14 DE octubre DE 2025
Por Ángel Marqués Ávila
En 2024, España reafirmó su liderazgo europeo en superficie dedicada a la agricultura ecológica, con 3.160.000 hectáreas, que representan el 13% de la Superficie Agraria Útil (SAU) nacional. De los que 16,7 millones de hectáreas están dedicados a tierras de cultivo en España, 3,73 millones (22,3%) corresponden a superficies de regadío, que aporta el 71,0% del valor de la Producción Vegetal (media 2020-2022).
Los sistemas de riego más tecnificados y que hacen un uso más eficiente del agua han aumentado en los últimos años en detrimento del riego de gravedad. El riego localizado es el sistema más implantado en España y alcanza el 58,6% de la superficie total de regadío en 2024 (2.185.466 ha); la superficie regada por gravedad supone el 19,2% de la superficie total (714.998 ha); el sistema de aspersión el 14,3% (532.913 ha); y el riego automotriz, característico de cultivos como maíz, alfalfa y remolacha, el 8% (297.558 ha).
El PIB del sector agrario (agricultura, ganadería, silvicultura y pesca) creció un 8,2 % en el primer trimestre de del 2025 frente al trimestre anterior, y un 6,6 % interanual. En el segundo trimestre de este año, el valor añadido del sector agrario (en millones de euros) alcanzó 10.329 millones €, también el nivel más alto registrado para este indicador.
La producción ecológica es a día de hoy de 4,94 millones de toneladas (+47,9 %), con un valor producción ecológica 5.962 millones € (+77,9 %). Y un consumo interno ecológico 2.916 millones € (+9,8 %), y unas exportaciones ecológicas 3.047 millones € (+82,6 %), saldo +1.567 millones €.
DIETA CLIMÁTICA SALUDABLE
La transición agroecológica y el cambio de dieta reducirían la huella de carbono en un 125% y la huella territorial en un 34%.
La dieta climática se basa en las dietas de saludables y sostenibles de la Organiación Mundial de la Salud (OMS): triplica el consumo de legumbres, dobla el de verduras, deja a la mitad el consumo de azúcar y reduce la ingesta de carne en un 75 %, esta dieta saludable se basa en la capacidad del territorio español para producir el 99% de los alimentos de forma agroecológica para alimentar al conjunto de la población española.
En España, podría mejorar el impacto ambiental a través de la reducción de gases de efecto invernadero en un 125%, al generarse nuevos sumideros de carbono, lo que equivaldría al CO2 que emiten unos 34 millones de coches al año, a su vez, se reduciría el uso de suelo en un 34%, prácticamente toda la superficie de Letonia.
Estas cifras se complementan con los estudios previos realizados por la asociación de "Amigas de la Tierra" en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en los que se evidenciaba que España sería capaz de producir la cantidad y diversidad de alimentos agroecológicos suficientes para abastecer al total de la población española.
Estas transformaciones deben impulsarse por políticas públicas que contemplen una hoja de ruta hacia un sistema agroalimentario basado en prácticas agroecológicas.
Con estas iniciativas, el sector primario contribuiría a la restauración de los ecosistemas y a la captura neta de carbono, y favorecería la fijación de población en la España vaciada con el incremento en los puestos de trabajo en más de 400.000 personas.
A la par que se dan todos estos beneficios, se mejoraría también de forma significativa la salud de la población española gracias a esta dieta. Esto sin olvidar los impactos positivos que tiene la transición agroecológica para mitigar los impactos sociales y ambientales de nuestro sistema agroalimentario en los países del Sur global.
AGENDA 2030
Este documento es un pilar fundamental para orientar las políticas y acciones en el sector agroalimentario y pesquero, alineándolas con los grandes retos globales.
Esta hoja de ruta trata de lograr un equilibrio entre la producción de alimentos, la sostenibilidad ambiental y la prosperidad del medio rural de España, permitiendo que las estrategias, tanto a nivel nacional como europeo, contribuyan directamente a metas globales como la erradicación del hambre y las desigualdades, la lucha contra el cambio climático o la protección de nuestros ecosistemas.
Desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), afirman que "la sostenibilidad en la agricultura es fundamental porque de ella depende no solo el futuro del campo, sino también la calidad de vida de toda la sociedad. Significa, en primer lugar, que las explotaciones agrarias sean viables económicamente, de manera que los agricultores puedan vivir de su trabajo y mantener su actividad a largo plazo."
También implica garantizar la seguridad alimentaria: producir alimentos sanos, en cantidad suficiente y a precios accesibles para todos. A ello se suma la importancia de favorecer el relevo generacional y mantener vivo el medio rural, lo que contribuye a crear empleo, fijar población y equilibrar el territorio.
Ser sostenibles supone, además, cuidar los recursos naturales —el suelo, el agua y la biodiversidad— para que sean productivos en el futuro. Eso significa evitar la erosión, la contaminación, el agotamiento de acuíferos y la emisión excesiva de gases de efecto invernadero.
Finalmente, la sostenibilidad exige preparar a la agricultura frente a los retos del cambio climático. Una agricultura resiliente es aquella capaz de adaptarse a sequías, inundaciones y fenómenos cada vez más extremos para garantizar así la producción de alimentos incluso en escenarios de incertidumbre.
Los datos del nivel de acogida de los ecorregímenes en 2024 fueron de 19.205.430 hectáreas solicitadas, y al comparar esta superficie con la superficie solicitada de ayuda básica a la renta, se obtiene el grado de acogida, que a nivel nacional alcanza el 88%, un punto porcentual por encima de la acogida en 2023.
Este elevado nivel de acogida, con una superficie de más de 19 millones de hectáreas en la que se realizan prácticas beneficiosas, nos sitúa mejor ante la crisis climática, al mejorar la estructura y fertilidad y capacidad de captura de carbono de nuestros suelos, incrementar la diversidad de cultivos presentes o favorecer la biodiversidad ligada a nuestros ecosistemas agrarios
I+D+ i COMPETITIVA
La apuesta por la I+D+i agraria es fundamental para conseguir una agricultura más sostenible, más competitiva y mejor adaptada al cambio climático, según la organización profesional agraria ASAJA.
La sostenibilidad de las explotaciones agrarias debe ser medioambiental, por supuesto, pero también necesariamente económica y social. Sin rentabilidad económica, no habrá sostenibilidad ambiental.
En otras palabras, no habrá campo verde con números rojos. Por ello, las Administraciones han de establecer medidas destinadas a lograr una actividad empresarial que compatibilice el respeto al medio ambiente con la rentabilidad.
Entre las actuaciones que ASAJA reivindica a las Administraciones en este sentido destacan: la autorización de nuevas técnicas de edición genética (especialmente el CRISPR) donde Europa se está quedando rezagada; el impulso de la digitalización y el uso de drones para optimizar la eficiencia de los recursos; la investigación de nuevas variedades más resistentes a la sequía; el ensayo con nuevas técnicas de cultivo más sostenibles, etc.
Esta patronal de empresarios de agricultores y ganaderos, también remarca la necesidad de una revisión profunda de las políticas hídricas que contemplen la construcción y modernización de más infraestructuras para aumentar el almacenamiento y la distribución de agua, así como una mayor apuesta por la reutilización del agua y la inversión en depuración.
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