La edición 2012 de Mediterra toma el potencial movilizador de la dieta mediterránea como base y propone un itinerario multidimensional que involucra las características sociodemográficas, de salud, ecológicas, empresariales y neoeconómicas; así como la iniciativa de los ciudadanos.
Los consumidores de los países de la cuenca del Mediterráneo han ido cambiado sus hábitos alimentarios, ya que se han ido quedando gradualmente atrapados en la dinámica de la urbanización y la globalización del comercio agrícola. Se están adhiriendo cada vez menos a la dieta mediterránea, a pesar de que es la base de su identidad y uno de los principales activos de la región. Las presiones sobre los recursos naturales y el surgimiento de nuevos actores privados están agravando la complejidad de las relacionadas con la dieta. Esta merece una consideración política notable, dada la creciente conciencia de la dimensión estratégica de la agricultura y el papel crucial desempeñado por la producción de alimentos en la estabilización y el desarrollo de las sociedades.
La dieta mediterránea, cuyo beneficios han sido reconocidos por la UNESCO, es parte del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, y ahora se plantea interrogantes en los ámbitos de la responsabilidad ambiental y de la acción política para promover una mayor cooperación regional.
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