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El punto de encuentro de la cadena agroalimentaria
 

Periódico Digital Qcom.es: El punto de encuentro de la cadena agroalimentaria

17 DE diciembre DE 2024

'El sector agroalimentario ha sido uno de los grandes olvidados de las políticas de la UE'

¿Podría explicarnos que es el Comité Económico y Social Europeo (CESE) y su función dentro de la Unión Europea?

El CESE es un órgano establecido en el Tratado de Roma de 1958 y su función es similar a la del Parlamento Europeo, aunque con un enfoque diferente, porque, en su versión original, este solo podía vetar los presupuestos de la UE. Desde el Tratado de Lisboa su influencia se ha reducido básicamente a la revisión de reglamentos, sin una acción legislativa directa. El CESE, por su parte, tiene como principal tarea emitir dictámenes sobre los actos legislativos generados por la Comisión Europea.

En la actualidad, parece que hay un cambio significativo en la dinámica de la agenda verde y social de la UE. ¿Podría comentarnos sobre esto?

Sí, definitivamente estamos viviendo un cambio radical en la agenda social y verde de la Unión Europea. Las presidencias de Portugal y España han influido mucho en este cambio. A pesar de esto, la nueva Comisión, bajo la dirección del comisario Hansen, traerá consigo transformaciones que seguirán marcando la dirección. Lo que se busca ahora es un equilibrio entre la agenda social y los desafíos económicos. No se están dejando de lado los sectores más vulnerables, pero sí existe un enfoque en la competitividad global, que será clave en los próximos años.

Por otro lado, la composición del Parlamento Europeo tendrá un papel fundamental en el futuro de la Unión. Los temas clave serán la competitividad y la posición estratégica de Europa en el mundo. Aunque los medios de comunicación y algunos Estados miembros se enfoquen en los problemas del corto plazo, lo que se está discutiendo ahora son decisiones a largo plazo para asegurar que Europa pueda mantener una competitividad global. Es crucial que la UE afronte estos desafíos futuros para no quedar atrás en el contexto internacional.

¿Por qué es tan importante tener una visión a medio y largo plazo en los temas globales?

Es fundamental tener una visión a medio y largo plazo porque los problemas globales no se resuelven de un día para otro. Si miramos el reciente informe del G20, podemos ver que, aunque no se menciona una condena directa a Rusia por la agresión en Ucrania, esto refleja la complejidad del panorama mundial. La falta de consenso entre los países es un claro ejemplo de cómo la situación internacional es más complicada de lo que a menudo nos presentan los medios de comunicación. Las decisiones que tomemos hoy influirán en el futuro, y es esencial ser conscientes de ello.

En cuanto al cambio climático, ¿cómo está afectando este fenómeno a la agricultura y qué medidas se están tomando para mitigarlo?

El cambio climático está teniendo un impacto real en la agricultura, y los fenómenos climáticos extremos están destruyendo cosechas, esto es un hecho. Un ejemplo claro de esto son las inundaciones vividas en España recientemente en zonas como Valencia, Andalucía y Castilla-La Mancha. Este tipo de crisis resalta la importancia estratégica del sector agroalimentario, que debe seguir siendo una prioridad. Necesitamos adaptarnos a estos cambios para asegurar que la producción de alimentos sea sostenible.

En cuanto a la sostenibilidad, algunas políticas de producción ecológica han sido criticadas. ¿Por qué considera que estas políticas no han tenido el impacto esperado?

Es cierto que las políticas de producción ecológica han sido impulsadas con buenas intenciones, pero no han sido efectivas en muchos casos. A menudo, estas políticas resultan en prácticas que son anti-competitivas y anti-productivas. Por ejemplo, proponer un aumento del 25% en la producción ecológica sin tener en cuenta la demanda del mercado es un error. La sostenibilidad es importante, pero debemos asegurarnos de que las políticas sean viables y equilibradas. De lo contrario, podemos caer en la trampa de lo que se dice: "El camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones."

Con relación a la ganadería intensiva, que a menudo se critica en Europa, ¿cuál es su punto de vista sobre este modelo?

La ganadería intensiva en Europa ha sido muy criticada, pero no podemos obviar que ha permitido a los consumidores acceder a alimentos a precios más accesibles. Este modelo, que a menudo se ve como problemático, ha sido clave para asegurar que muchos ciudadanos europeos puedan adquirir ciertos productos. Además, en un contexto global, con importaciones de soja y maíz a precios bajos, gracias a acuerdos comerciales como los que hoy tanto se comentan de Mercosur, la ganadería intensiva ha contribuido a mantener una oferta estable. Por supuesto, siempre es importante seguir buscando formas más sostenibles de producción, pero debemos ser conscientes de las realidades del mercado.

Es una paradoja interesante y bastante compleja que por un lado haya políticas que promueven la reducción del consumo de proteína animal, especialmente por razones medioambientales y sin embargo, al mismo tiempo, se mantiene la producción a gran escala de estas. Esto es lo que permite que los precios de estos productos sean accesibles para una gran parte de la población. Esto muestra una contradicción en las políticas públicas: mientras se busca la sostenibilidad, también debemos garantizar que los alimentos sean accesibles económicamente. Encontrar un equilibrio entre estas dos cosas es esencial para no perjudicar a los más vulnerables.

Hablando del reglamento sobre la deforestación, parece haber buena intención detrás de él, pero ¿cuáles son los problemas prácticos que enfrenta esta propuesta? ¿Cuál sería la mejor manera de abordar este problema, en su opinión?

El reglamento sobre la deforestación tiene, sin duda, buenas intenciones: evitar la importación de productos provenientes de tierras deforestadas. No obstante, hay varios problemas prácticos y geopolíticos. Por ejemplo, la UE quiere prohibir la importación de productos de tierras deforestadas, pero muchos países productores, especialmente en regiones como el Golfo de Guinea o Mercosur en América Latina, no pueden certificar fácilmente que sus productos no provienen de tierras deforestadas. Esto crea un conflicto, ya que muchos de estos países tienen sus propias políticas contra la deforestación y no pueden someterse a un reglamento unilateral de la UE sin que se vea comprometida su soberanía.

En mi opinión, la lucha contra la deforestación debe ser un esfuerzo multilateral, no solo europeo, debe llevarse a cabo a través de foros internacionales, como la Organización Mundial de Comercio o las conferencias sobre biodiversidad. En lugar de imponer sanciones unilaterales, la UE debería trabajar en colaboración con estos países productores, buscando soluciones que no solo beneficien a Europa, sino que también respeten las políticas y la soberanía de los países afectados.

Alimentos

¿Cómo cree que este reglamento impactaría en la cadena de suministro en Europa y la disponibilidad de productos en el mercado?

El impacto podría ser bastante grave. Si los productos no pueden ser certificados como libres de deforestación, podríamos ver vacíos los estantes de los supermercados. Por ejemplo, Carrefour ha anunciado que muchos de sus productos podrían ser eliminados del mercado si no pueden obtener la certificación adecuada. Esto podría generar desabastecimiento, afectando la disponibilidad de productos en los mercados europeos y, en última instancia, la economía de la región.

Las políticas de proteccionismo, como las que vimos en su día durante la administración de Trump, pueden afectar gravemente el comercio internacional, particularmente en productos alimenticios. Si se implementan aranceles elevados o barreras comerciales, los costes de los productos aumentarán, lo que afectará a los consumidores y a la cadena de suministro global. Esto es especialmente relevante en sectores clave como la defensa y la seguridad alimentaria. Europa tendrá que encontrar formas de negociar en un contexto global, donde la cooperación internacional en temas como la seguridad, el comercio y la sostenibilidad serán cruciales para asegurar su posición estratégica.

¿Cómo define las políticas de la UE en cuanto a la competitividad y el uso de los fondos destinados al sector agroalimentario europeo?

El sector agroalimentario ha sido uno de los grandes olvidados de las políticas de la UE. A pesar de que se han destinado fondos para este sector, no se han invertido de manera adecuada en un sistema agroalimentario robusto que permita a Europa competir de manera eficaz en el mercado global. En cambio, gran parte de estas partidas se han dirigido a proyectos menos productivos, como estructuras de gestión que no generan empleo ni desarrollo real. Esto ha limitado el crecimiento empresarial y la competitividad, tanto dentro del mercado interior europeo como a nivel internacional. Las políticas de apoyo mal dirigidas han perjudicado más de lo que han ayudado.

El enfoque debería haber sido centrarse en fomentar la competitividad del sector agroalimentario, no solo a nivel europeo, sino también en el mercado global. En lugar de crear políticas de apoyo que no son efectivas, la UE tendría que haber invertido en crear grandes estructuras empresariales que puedan competir internacionalmente. La competitividad en el mercado global es crucial para asegurar que los productores europeos puedan mantenerse relevantes y ser competitivos en un contexto de globalización.

En cuanto a la política económica de la UE, ¿cómo valora la falta de un enfoque multilateral para abordar los desafíos del comercio global?

La falta de un enfoque multilateral es un gran problema. La UE no tiene una política de reciprocidad clara en sus acuerdos comerciales, lo que genera distorsiones. Esto es lo que ocurre con Mercosur. En lugar de imponer regulaciones restrictivas que favorezcan a los productores europeos, la solución debería ser permitir que los productos de otros países, como Brasil, puedan competir en igualdad de condiciones. Esto garantizaría un comercio más justo y una competencia leal, lo cual es fundamental para la economía global. Además, es vital que estos acuerdos respeten las normativas de seguridad alimentaria y las garantías al consumidor, que deben ser puntos comunes en las negociaciones.

Una de las cuestiones clave es que Europa necesita una interlocución directa y eficaz con Estados Unidos, algo que no estamos logrando actualmente. La Unión Europea está experimentando dificultades internas y divisiones políticas entre los países miembros, lo que afecta su capacidad para tener una voz coherente y fuerte en la arena internacional. Un ejemplo claro es la situación en Italia con Giorgia Meloni, que refleja cómo Europa está perdiendo influencia frente a otras potencias globales. La falta de unidad y claridad en la UE podría afectar seriamente su capacidad de influir en decisiones globales clave.

Si Europa no se adapta a los cambios geopolíticos, corre el riesgo de quedar relegada en la escena global. África y América Latina están emergiendo como actores clave en el comercio y la política internacional. Si la UE no mantiene una presencia activa y estratégica en estas regiones, podría observar cómo otras potencias se posicionan y avanzan sin poder intervenir. Además, la creciente amenaza de conflictos internacionales y el riesgo de una guerra nuclear subrayan la urgencia de que Europa tome un papel más proactivo en la política global.

La competitividad es la clave para el futuro económico de Europa. La UE necesita invertir más tiempo y recursos en fortalecer su capacidad de competir tanto dentro del mercado interno como a nivel global. Esto no solo implica mejorar las políticas internas, sino también asegurarse de que sus sectores clave sean competitivos en los mercados internacionales. Aunque se mantengan los compromisos sociales, la prioridad debe ser mejorar la competitividad para asegurar el crecimiento económico y la sostenibilidad a largo plazo de la región.

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