La harina integral está cada vez más presente en los hábitos alimenticios occidentales. Hasta hace unos 200 años, la harina integral, era muy común dado que los procesos de molturación eran menos cuidadosos y en ellos se procesaban conjuntamente la piel y la vaina del trigo. Hoy en día, y gracias al conocimiento de los múltiples beneficios que los productos elaborados con ella proporcionan a la salud, está resurgiendo y siendo cada vez más habitual en los procesos producción y hábitos de consumo.
Con un color más oscuro, que transmite al consumidor apariencia de artesanía y un olor más intenso a trigo, se suele emplear en preparaciones culinarias donde sea importante el aroma. Así pues su uso está cada vez más extendido en la elaboración de pan y repostería.
Desde Pan Cada Día hemos querido recopilar algunos de los beneficios de este tipo de harina y de las ventajas que puede traer a nuestra dieta diaria la inclusión de los alimentos elaborados con ella.
Principales beneficios de los productos elaborados con harina integral
La harina integral es el producto resultante de la molturación del grano de trigo, maduro, sano y seco, industrialmente limpio, sin separación de ninguna parte de él, es decir, con un grado de extracción del 100 por 100. La harina integral mantiene los nutrientes del salvado y el germen de trigo.
Esta diferencia en el proceso de obtención de la harina integral con respecto a la harina refinada hace que los productos derivados de cada una de ellas sean distintos a nivel nutricional. Así, la harina integral posee 2 veces más fibra que la harina blanca. Concretamente, contiene 9 gramos de fibra por cada 100 gramos, mientras que la harina blanca contiene 4,3 g.
Una ingesta adecuada de fibra, se ha relacionado con la prevención de diversas patologías, entre las que destacan la diabetes tipo 2, la obesidad, el cáncer de colon y las enfermedades cardiovasculares.
Asimismo, resulta de gran utilidad en la prevención y el tratamiento del estreñimiento pero también ayuda a mantener unos niveles adecuados de colesterol en sangre, ya que reduce la absorción de lípidos, aumenta la excreción de ácidos biliares e inhibe la síntesis endógena de colesterol.
Por ejemplo, en relación con la obesidad, se sabe que la fibra aumenta la sensación de saciedad, al tiempo que reduce la absorción de grasas, favoreciendo de este modo el control de peso, mientras que, en relación con el cáncer de colon, la fibra, al favorecer el tránsito intestinal, reduce el tiempo de contacto de los carcinógenos con la pared intestinal, así como la cantidad de carcinógeno que contacta. Además, la fibra, gracias a la producción en su fermentación de butirato, mantiene la integridad de las células del colon, siendo no sólo beneficiosa en la prevención del cáncer de esta parte del intestino sino también en otras alteraciones del epitelio intestinal como la enfermedad inflamatoria intestinal.
Pero además, este tipo de harina, presenta una cantidad superior de vitaminas y minerales que la harina blanca, destacando su aporte en diversas vitaminas del complejo B (B1, niacina, ácido fólico, etc.), vitamina E, así como en hierro, zinc y magnesio.
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