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El punto de encuentro de la cadena agroalimentaria

Periódico Digital Qcom.es: El punto de encuentro de la cadena agroalimentaria

23 DE febrero DE 2016

Innovación agroalimentaria para un desarrollo sostenible

Roberto Garcia Torrente y David Uclés Aguilera. Negocio Agroalimentario Cajamar Caja Rural

El carácter estratégico que representa el sector agroalimentario en Europa viene determinado por diversas circunstancias, entre las que cabe resaltar su función proveedora de alimentos y de asegurar una oferta con la calidad que demandan los consumidores europeos, la de contribuir al sostenimiento de las zonas rurales y de mantener un adecuado nivel de vida de los agricultores productores de alimentos, y la de conservar y mejorar el medio ambiente.

La principal política que ha ejecutado la Unión Europea desde los años sesenta, y que sigue absorbiendo la mayor proporción del presupuesto comunitario, ha sido la Política Agraria Común, la cual ha ido evolucionando y adaptándose en la misma medida que lo ha hecho la sociedad europea. Si en sus orígenes tuvo una clara orientación productivista, con el objetivo de conseguir la autosuficiencia alimentaria a unos precios lo más bajos posibles para los consumidores, progresivamente se ha ido adaptando a las nuevas demandas de la sociedad europea y a los retos globales de la humanidad.

De esta forma, de unas medidas que de una u otra forma incidían directamente sobre la renta de los agricultores, progresivamente se han ido potenciando actuaciones más enfocadas al desarrollo integral del medio rural, incluyendo la diversificación económica y el incremento del valor añadido generado, el rejuvenecimiento del sector agrario, la modernización de las explotaciones y la integración de la componente medioambiental. Todo ello financiado a través de lo que ha venido denominándose como el segundo pilar de la PAC.

En este nuevo contexto, la última reforma de la PAC, y de las distintas medidas complementarias entre las que cabe resaltar la Política de Innovación de la UE, presta una especial atención a los retos a los que la humanidad se tendrá que enfrentar a lo largo de este siglo, que se antojan de los más complejos y vitales para nuestra civilización. No se trata solo de que tengamos que alimentar a una población que crece en progresión geométrica, reto de por sí ya muy complicado; el problema fundamental es que ya no podemos hacerlo de la misma forma que hasta ahora.

Nuestro grado de ocupación de la Tierra es tal que existen pocos espacios ociosos, estamos consumiendo intensivamente recursos no renovables y hemos trastocado la mayor parte de los ecosistemas del planeta. El cambio climático no es solo una teoría, sino que sus efectos los estamos sintiendo desde hace años. Por tanto, la simple extensión del sistema de producción agroalimentaria sobre nuevos territorios ya no es posible. Como tampoco podemos, por responsabilidad con nuestros hijos y nietos, asumir cualquier modelo que simplemente maximice la producción. Ese modelo tiene que ser social y  ambientalmente sostenible.

Así las cosas, la necesaria mejora de la productividad debería alcanzar, no solo al primer eslabón de la cadena de producción y distribución de alimentos, sino que debe extenderse a lo largo de la misma para aprovechar al máximo cada caloría producida. En este esfuerzo, la agricultura tiene que seguir mirando hacia la ciencia y hacia el proceso de desarrollo tecnológico. La humanidad necesita saltos cuantitativos y cualitativos en la producción de alimentos. Y, como acabamos de mencionar, la ciencia y el conocimiento son la clave para ganar un futuro mejor.

Aunque normalmente tendemos a asociar a la agricultura con la idea de un sector tradicional y poco innovador, lo cierto es que el grado de innovación que se está produciendo en las últimas décadas es absolutamente impresionante. Estas novedades alcanzan desde el desarrollo de nuevos materiales vegetales (y de las propias metodologías para obtenerlas) hasta las técnicas de poscosecha y transporte de los productos, pasando por el manejo de los cultivos y de la ganadería y la maquinaria de trabajo.

En un mundo tan cambiante, es vital que la información fluya por todos los recovecos del sistema productivo, incluyendo dentro de este al entramado de instituciones y empresas que se dedican a la investigación básica y aplicada. No se trata solo de la tradicional transferencia, sino que hay que lograr que los usuarios últimos de los avances puedan incorporarse al proceso de I+D+i como vectores de los propios procesos de investigación, o incluso como protagonistas ya que son quienes mejor conocen las necesidades del sector y quienes pueden aplicar de la forma más ágil y directa los desarrollos obtenidos.

Todo el mundo piensa en la importancia que la I+D+i tiene para la industria, pero muy pocos son conscientes de que en el sector agroalimentario esa importancia es aún mayor. No podremos alimentar a la población prevista del planeta sin acometer profundas innovaciones en nuestro actual sistema de provisión de alimentos.

El papel que quiere jugar la Unión Europea, los Estados miembros y, en el caso español, las Comunidades Autónomas en la consecución de este ambicioso objetivo puede ser muy relevante. Para ello los distintos Programas de Desarrollo Regional (PDR) van a ser fundamentales y auténticos instrumentos que organicen y movilicen a los diversos agentes que están en el territorio para alcanzar el objetivo de producir más alimentos, más saludables y de una forma más sostenible.

Cajamar Caja Rural, en virtud de su historia y de su vocación declarada, siempre ha tenido una especial vinculación con el sector agroalimentario, primero más centrada en los segmentos primarios (agricultura y ganadería), y luego desde una perspectiva más holística, que incluye a innumerables empresas de los sectores de la industria de los alimentos y bebidas o de los servicios auxiliares a la agricultura. Este compromiso no se centra exclusivamente en nuestra inversión crediticia, sino que tiene repercusiones que alcanzan también a los procesos de I+D+i.

Conscientes de lo importante que son las alianzas estratégicas y el desarrollo conjunto de proyectos, contamos con una estructura de apoyo a la innovación agroalimentaria en la que se integran dos estaciones experimentales, siete cátedras universitarias, un centro de excelencia orientado a la formación de consejeros y directivos de empresas agroalimentarias y una amplia labor editorial especialidad a en el sector.

Y todo ello lo llevamos a cabo con la colaboración de los agricultores, de las empresas, de centros públicos y privados de investigación, universidades y un amplio abanico de expertos.

En Cajamar estamos convencidos que el sector agroalimentario, además de ser una realidad de la actividad socioeconómica del país, es un sector de futuro con grandes posibilidades de seguir generando riqueza y empleo de manera sostenida y sostenible.

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