2 DE julio DE 2019
Redacción Qcom.es
Una buena nutrición es clave para el control de las enfermedades crónicas, la malnutrición y las capacidades funcionales de las personas mayores.
Las personas mayores tienen más riesgo de malnutrición debido no solo a los cambios fisiológicos ligados a la edad sino también por las circunstancias socioeconómicas que rodean a este colectivo. Los mayores reducen sus necesidades de energía, pero sin embargo aumentan sus requerimientos de algunos minerales como el calcio, magnesio, zinc, y vitaminas como la D, C y B6, y posiblemente las de vitamina B12 y fólico.
La alimentación de las personas mayores es posible que requiera del uso de suplementación con nutrientes concretos, debido no solo a sus necesidades aumentadas, sino a otras circunstancias como la presencia de enfermedades crónicas o a la polimedicación que suele ser habitual en personas mayores. Así, no deben faltar los alimentos ricos en nutrientes como las frutas, hortalizas, lácteos desnatados, pescados, huevos y carnes muy magras, además de cantidades adecuadas de pan, pasta, arroz y legumbres, sin olvidar la necesaria ingesta diaria de agua.
El mantenimiento de la actividad física y de la autonomía también son claves para las personas de edad avanzada, pues mejora su estado anímico, ayudan a la ingesta regular de alimentos y mejoran el estado de las masas ósea y muscular. Si viven solos, deben estar suficientemente supervisados para asegurar que toman suficiente cantidad y variedad de alimentos, y si conviven con la familia, su alimentación debe ser adaptada a sus necesidades en cantidad, presentación y calidad.
Desde la Asociación “5 al día” queremos ayudaros en el manejo de la alimentación de las personas mayores, para que sea apetecible y saludable. Aqui encontrareis consejos prácticos que harán más fácil cubrir las necesidades nutricionales de las personas mayores.
Consejos claves para una alimentación saludable en personas mayores
• Asegurar una alimentación variada con al menos una buena fuente de proteínas diaria a partir de pescados, huevos, carnes muy magras o quesos frescos bajos en grasa.
• Tomar a diario derivados integrales de los cereales (pan, pasta), legumbres, frutos secos, y al menos 5 raciones entre frutas y hortalizas.
• Condimentar los platos con hierbas aromáticas, especias sin sal, y aceite de oliva virgen extra para mejorar su aceptación y palatabilidad.
• Cocinar platos de la gastronomía popular que resulten apetitosos, variados y que se ajusten a las preferencia personales y opciones culturales y religiosas.
• Adaptar las textura en casos de problemas de masticación y sequedad de boca, a partir de alimentos chafados, blandos y húmedos y en último caso, triturados o texturizados.
• Ofrecer agua durante las comidas y entre horas, modificando su textura con gelatinas u otras sustancias en casos de dificultades al tragar líquidos. Ampliar la oferta de bebidas a caldos, infusiones y otras bebidas aromatizadas, sin azúcar o grasas.
• Adaptar la toma de alimentos a la medicación habitual para el control de factores de riesgo y enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, etc.
• Facilitar la actividad física al aire libre adecuada a su capacidad funcional y en la que se asegure una exposición diaria y segura al sol.
• Si no puede asegurarse la cobertura de energía y nutrientes con los alimentos, valorar con un profesional sanitario la necesidad de usar un suplemento nutricional.
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