6 DE mayo DE 2020
Redacción Qcom.es
Tras dos meses de cuarentena, el consumidor inicia su particular desescalada, dibujando un nuevo perfil que traerá más preocupación por el ahorro. Heredado de la pasada crisis económica, que provocó que la sensibilidad al precio creciera del 52% de los consumidores en 2009 al actual 67%, la vuelta a la normalidad intensificará su preocupación por el control del gasto, según Nielsen.
La orientación a precio será, por tanto, uno de lo rasgos del consumidor post-confinamiento, en tanto su parte racional está fuertemente influida por los hábitos que adquirió hace una década, a los que hay que añadir ahora una mayor preocupación por la seguridad y trazabilidad. Todo ello puede desembocar en una mayor deslealtad, que será uno de los factores clave para entender al consumidor a partir de ahora.
A su vez, la vertiente emocional y social del consumidor se verá más afectada. Por un lado, veremos un comprador frágil y vulnerable, que buscará en lo cercano y en la proximidad garantías y refugio. Y refugio es en lo que está convirtiendo su hogar, intensificando la tendencia ya vista en 2019 del cocooning, pasando más tiempo en casa, más conectado (pasa 80 horas a la semana así) y manteniendo las distancias.
De hecho, otra de las tendencias que se acentuarán será la tecnología y la omnicanalidad, en tanto con la crisis del COVID-19 se han multiplicado los hogares que hacen en algún momento la compra online, pasando de 450.000 a cerca de 1,1 millón de hogares.
En ningún caso se vislumbra la posibilidad de que ceda la compra física, sino que los consumidores adoptarán ambos canales en función de la misión de compra, pero sí se prevé un aumento en la intención de adquirir por esta vía ciertas categorías, sobre todo en salud y bienestar y cuidado personal, ya que llegarán al 30% los compradores en la red de estos productos, y también en bebidas y alimentación envasada con crecimientos de cinco-seis puntos.
Qcom-es © 2024 | Todos los derechos reservados