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El punto de encuentro de la cadena agroalimentaria

Periódico Digital Qcom.es: El punto de encuentro de la cadena agroalimentaria

2 DE abril DE 2024

Llueve: tiempo para reflexionar

Por fin parece que vamos a tener un buen año hidrológico. Tras casi una década de escasas precipitaciones y períodos de sequía cada vez más extensos y frecuentes, este año podemos decir que llueve.

A fecha de hoy, y por escoger una estación meteorológica que nos puede servir de ejemplo, en el centro de la península, en Colmenar Viejo, al norte de Madrid, ya se han alcanzado los 600 mm de precipitaciones acumuladas desde el inicio del año hidrológico, 100 mm más que el año pasado por las mismas fechas, y más de 200 mm por encima de la lluvia acumulada en este momento del año hace dos años.

Las lluvias, incluso nieves a cotas muy bajas para la época del año, de los últimos días son una excelente noticia para nuestros embalses, en casi todas las cuencas del país, ya por encima del agua embalsada en las mismas fechas del año anterior y, en muchos casos, por encima de la media de los últimos diez años.

Estas precipitaciones de los últimos días nos hacen pensar en mejores cosechas de cereal, uva o aceitunas, por citar tres cultivos muy representativos y dependientes de las precipitaciones de final de invierno y primavera, que las de los últimos años. Una excelente noticia para nuestros agricultores, en cultivos muy significativos, y extendidos por una parte muy importante del territorio.

En el caso de los cereales, los 10,2 millones de Tn de la campaña pasada supusieron un 47% menos que la media de los últimos treinta años, una cifra bajísima. Igual ha pasado en el aceite de oliva, donde se alcanzaron las 665.000 Tn en la campaña 2022/2023 y estarán en torno a las 800.000 Tn en la 2023/2024, una reducción cercana al 50% y al 33% respectivamente de la media de las últimas cuatro campañas, lo que se ha traducido en una enorme disminución de la oferta y aumentos de precios, con crecimientos históricos continuados a lo largo de casi dos años.

Finalmente, en el sector del viñedo, la producción de la última campaña ascendió a unos 32 millones de hectolitros de vino y mosto, un 30% menos que la media de las últimas campañas. A esta cifra bajísima se suma la de la campaña anterior, también muy baja, unos 40,5 millones de hectólitros de vino y mosto, un 10% menos que la media. Esta situación, con las producciones tan bajas están dando lugar a una importante reducción de las existencias de vino y mosto en las cooperativas y bodegas particulares, disminuyendo la oferta y dificultando la competencia con otros países productores donde la producción ha sido mayor.

Las expectativas para este año son más optimistas. Las precipitaciones de los últimos meses han ayudado mucho a la recuperación de estos cultivos y si en abril o mayo las temperaturas no son excesivamente altas y sigue habiendo humedad en el suelo, podemos estar ante un muy buen año para la agricultura en la mayor parte de España.

No obstante, nunca hay completa seguridad y el riesgo climático, no solo por la falta de agua, está siempre presente. En coyunturas buenas como esta conviene no olvidarlo. Y pensar en soluciones para los malos momentos.

La lucha contra el cambio climático y el cumplimiento de la agenda verde en la Unión Europea son retos que forman parte ya del ADN del proceso de construcción europeo. Y si seguimos avanzando por esta senda, la agricultura y la ganadería se verán beneficiadas.

Las temperaturas extremas de los últimos años y la irregularidad y escasez de precipitaciones, cada vez mayor, aconsejan no desviar el camino iniciado y seguir trabajando en los compromisos del Pacto Verde europeo.

También es un buen momento para retomar la reflexión sobre el sistema de seguros agrarios, que, desde hace ya más de cuarenta años, es una herramienta imprescindible para la gestión de las explotaciones profesionales en España. Esta afirmación es, si cabe, mucho más evidente en los últimos años, donde los riesgos climáticos se han incrementado exponencialmente y los daños, muchas veces catastróficos, han dado al traste con la rentabilidad de muchas explotaciones. Las altas indemnizaciones de los últimos años pueden poner en peligro la sostenibilidad del sistema. Un primer paso para mejorar el funcionamiento de los seguros agrarios debe ser el aumento de las subvenciones de la administración, en línea con el incremento que se lleva produciendo desde el Ministerio de Agricultura y las Comunidades Autónomas en los últimos años. Es necesario seguir en esa línea.

Estas subvenciones deben orientarse de forma absolutamente prioritaria a reducir el coste de la contratación de los seguros para los agricultores y ganaderos profesionales, con una especial discriminación positiva para los jóvenes y para los que respondan al modelo de explotaciones familiares, piedra angular del sector agrario en España.

Y, probablemente, es momento de desempolvar la opción, siempre pendiente, de trabajar en un seguro de rentas-climatológico -que incluyera todos los riesgos y efectos del clima-, que garantice unos ingresos mínimos para los agricultores y ganaderos profesionales en caso de cualquier fenómeno climatológico adverso. El objetivo debe ser garantizar la rentabilidad de sus explotaciones y que sean menos vulnerables frente a los riesgos climatológicos, frente a los cuales, el sistema de seguros agrarios es la única defensa posible.

Incluso, debe analizarse con detalle la posibilidad de que estos seguros sean más amplios y sirvan para afrontar situaciones de precios bajos de las diferentes producciones que pongan en riesgo la rentabilidad económica de las mismas, lo que sería en la práctica un verdadero seguro de rentas para los agricultores y ganaderos. En este caso, se trataría de un cambio disruptivo del modelo, que obligaría a replantear completamente el papel de la administración pública agraria en sus apoyos al sector. Y que debería implicar también a la Comisión Europea y a la Política Agraria Común.

Son solo algunas reflexiones que viene bien hacerlas cuando llueve y la expectativa es buena. Para que cuando vengan mal dadas, estemos preparados.

Buena y lluviosa primavera para todos.

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