20 DE octubre DE 2017
Redacción Qcom.es
Todos hemos escuchado la expresión “barriga cervecera”. Durante mucho tiempo se ha pensado que la cerveza es la responsable de esos centímetros de más en el abdomen que presentan algunas personas. Sin embargo, ¿cuánto hay de cierto en esta creencia? Si nos atenemos a los datos y a la investigación científica, muy poco.
La cerveza es una bebida fermentada con bajo contenido alcohólico, con un contenido calórico de 45 Kcal por cada 100 ml. Así, un consumo moderado de cerveza, que se estima en hasta 400 ml diarios en mujeres y 600 ml en hombres, nos aporta entre 180 y 270 Kcal. Es decir, como máximo, el 9% del aporte energético diario recomendado por la Organización Mundial de la Salud en mujeres, y el 10,8% en hombres. Si bien un consumo excesivo de esta bebida es perjudicial, no parece que consumirla con moderación tenga un gran impacto en nuestra ingesta calórica.
La evidencia científica lleva años desterrando el mito de la “barriga cervecera”. Según el estudio “Relación entre el consumo moderado de cerveza, calidad nutricional de la dieta y tipo de hábitos alimentarios”, realizado en 2010 por un equipo investigador coordinado por Profesores de la Universidad Complutense de Madrid y de las Palmas de Gran Canaria puso de relieve, entre las personas estudiadas, que los varones que consumían cerveza de manera moderada presentaban una composición corporal más adecuada, con menor circunferencia de cintura, porcentaje de grasa corporal e IMC, respecto a los varones que no la consumían.
Además, los consumidores moderados de cerveza que participaron en el estudio demostraron también una mayor actividad física en su día a día y unos hábitos alimentarios más parecidos a las recomendaciones nutricionales de los expertos. En el caso de las mujeres, concretamente, incluían en su dieta una mayor cantidad de frutas y verduras, y presentaron una mayor ingesta de vitamina A, folatos y piridoxina, magnesio y yodo, debido en parte a la propia composición de la cerveza.
Pero hay más. En 2014, una investigadora del Instituto del Frío (ICTAN-CSIC) publicó el estudio “Asociación entre el consumo moderado de cerveza tradicional y sin alcohol y la composición corporal”, en el que demostró que el consumo moderado de cerveza, tanto tradicional como sin alcohol, no provocaría un aumento del peso corporal, ni modificaciones en la composición corporal ni en el perímetro abdominal. Esto es así siempre que el consumo de cerveza sea moderado y se asocie a un estilo de vida activo y un patrón de alimentación equilibrado.
De esta manera, la respuesta a la pregunta “¿qué nos hace engordar?” no es la cerveza, sino algo mucho más complejo: nuestros hábitos. Quienes están acostumbrados a una dieta variada y sin excesos e incluyen una cierta actividad física en sus rutinas diarias tienen menos problemas de sobrepeso que el resto de la población, independientemente de que beban cerveza o no.
Hay que recordar que las bebidas fermentadas, como la cerveza, forman parte de la Dieta Mediterránea, recomendada por expertos de todo el mundo. Por ello, para evitar ganar peso no es necesario privarse de la cerveza, sino mantener una dieta equilibrada y un estilo de vida activo. Teniendo esto en cuenta, no debe preocuparnos el pedir una caña cuando estemos en un bar con amigos, siempre que nuestros hábitos de vida sean saludables.
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