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El punto de encuentro de la cadena agroalimentaria
 

Periódico Digital Qcom.es: El punto de encuentro de la cadena agroalimentaria

14 DE abril DE 2025

¡A grandes males, grandes remedios!

Robert Savé Montserrat, investigador emérito del IRTA

Entre los años 60 y 80 del siglo pasado se produce y aparece la revolución verde, que, mediante fertilizantes, herbicidas y fitosanitarios, posibilito el desarrollo de una potente industria agroalimentaria, importante, pero no tan trascendente como su idea original, que era reducir el hambre i la desnutrición a nivel general.

Al mismo tiempo, en menor intensidad, se desarrolla la agroecología, y con ella todo un sistema holístico asociado a la producción de alimentos.

A finales del siglo XX, se empiezan ha hacer palpables los problemas ambientales asociados a los productos, técnicas y sistemas empleados en la agricultura altamente intensiva, apareciendo un resurgimiento de la agroecología.

Las diferencias son claras y notorias a todos los niveles (https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC9978502/; https://www.mdpi.com/2071-1050/14/21/14417), siendo las mismas, causa de desencuentro entre ambas, no tan solo por sus efectos ambientales, sino muy especialmente por su incidencia en el modelo de mercado agrícola actual.

Pero dejemos estos aspectos socioeconómicos, en manos, mejor en mente, de quienes dominan este conocimiento, y tratemos de centrarnos en los agronómicos, desde una perspectiva ecológica, que no ecologista.

Cada año se pierden muchos cultivos debido a las plagas, pero la aparición de pesticidas sintéticos ha ayudado a reducir estas pérdidas. Sin embargo, los efectos adversos de estos últimos limitan su uso, promoviendo así el uso de pesticidas biológicos. Dado que los biopesticidas han demostrado ser una buena alternativa a los pesticidas químicos, será fundamental explorarlos para maximizar su uso en la agricultura. La demanda y la disponibilidad de biopesticidas son muy bajas, lo que desalienta a productores y usuarios, respectivamente. Por lo tanto, la provisión de subvenciones o capital a investigadores, emprendedores, productores y comercializadores contribuirá a mejorar la producción y la disponibilidad de biopesticidas, siempre atendiendo al método y la objetividad de la ciencia, tanto en los productos como en la información que se haga respecto a los mismos.

Así, la vida útil de los biopesticidas es corta, ya que requieren temperaturas y condiciones especiales para su supervivencia durante el transporte y el almacenamiento. Por lo tanto, una mayor investigación para desentrañar los mecanismos que aumentan la estabilidad de los biopesticidas y prolongan su vida útil contribuirá significativamente a aumentar su eficacia.

También, el hecho de que los biopesticidas no tengan efectos residuales en el medio ambiente podría ser una ventaja y una desventaja. Una ventaja es que no permanecerá el tiempo suficiente como para ser peligroso para las plantas, los seres humanos y los animales (una de las principales desventajas de los pesticidas sintéticos), y una desventaja es que solo protegerá los cultivos mientras estén en contacto con las plagas. Las plagas que infesten después de su aplicación no se verían afectadas y podrían requerir otra aplicación, lo que implicaría mayores costos y mano de obra para los agricultores y mayor pisada de carbono en la agronomía del cultivo.

Debido a que los biopesticidas tienen un mecanismo de acción altamente específico, pueden producirse reacciones químicas sinérgicas, antagónicas, complementarias si se aplica más de un biopesticida a un cultivo afectado por diferentes plagas. Por lo tanto, es importante realizar más investigaciones sobre la compatibilidad de diferentes biopesticidas, que probablemente se utilicen juntos en el mismo cultivo.

Debe tenerse en cuenta también, que la mayoría de las investigaciones sobre biopesticidas se centraron en el rendimiento y no en la calidad nutricional de los cultivos.

La OMS y la FAO (https://www.who.int/es/publications/i/item/9789240005662;https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/pesticide-residues-in-food; https://www.fao.org/fileadmin/templates/agphome/documents/Pests_Pesticides/Code/Annotated_Guidelines_SP.pdf), plantean desarrollar una clara información respecto pesticidas de síntesis y naturales, y a la vez que plantean la implementación del Límite Máximo Residual de plaguicidas en los mercados locales (no solo para cultivos alimentarios de exportación) y se debe informar objetivamente sobre la efectividad de los biopesticidas para que los agricultores puedan explorarlos primero y usarlos cotidianamente después.

Además, plantean la ubicación de artilugios móviles, asequibles y de fácil acceso, para facilitar la detección rápida y sencilla de los niveles de plaguicidas en cultivos alimentarios.

Lo que potencialmente haría una cadena alimentaria responsable en todos sus eslabones.

Sin embargo, a pesar de su eficacia comprobada y sus atributos ambientales, los biopesticidas tienen algunas deficiencias, como su acción lenta y su corta vida útil, que potencialmente podrían mejorarse mediante tecnologías ómicas y nanotecnologías. Este campo de tecnologías ofrece potenciales perspectivas relevantes para mejorar los biopesticidas existentes y descubrir y desarrollar nuevos agentes de biocontrol.

Todo y considerar estas herramientas tecnológicas, la cotidianeidad del presente y el futuro cercano hace que aún se deban considerar la rotación de cultivos, la selección de plantas resistentes, el uso y potenciación de los depredadores naturales de las plagas, tales como insectos y aves, el uso de trampas y tratamientos con productos menos persistentes y nocivos.

Los cuales actúan de manera más lenta que los químicos, requieren de más aplicaciones, de mayor cantidad de mano de obra y maquinaria, y por ende generan una mayor pisada de carbono.

Además, existe poco conocimiento en la elaboración, tienen una alta especificidad, lo cual hace necesaria una identificación exacta de la plaga o su patógeno para realizar el tratamiento adecuado, además dado que su tipo de acción es distinto al de los pesticidas de síntesis, es necesario utilizar mayores dosis y repetir a menudo los tratamientos.

Es decir, un mundo de claro oscuros, como casi todo en esta vida, pero al que debemos en ya pleno siglo XXI, valorar desde una perspectiva ecológica y hasta histórica.

La aparición de la revolución verde se debió a muchos factores (la recuperación la hambruna de post guerra mundial, una industria química altamente desarrollada, un cambio social necesario y forzado, la necesidad de negoció para fortalecer el sistema socioeconómico vencedor…), todo lo cual, sin mayore valoraciones ocurrió hace más de medio siglo, de tres generaciones, de cambios estructurales y funcionales radicales en nuestra sociedad, que entre otras cosa han generado un sistema global, que ha promovido y promueve una nueva realidad climática, ambiental, que genera una fuerte emergencia social.

Así, siguiendo a maestros de la ecología desde el lejano siglo XX (Odum 1974, Margalef 1980, Terradas 2010), se conoce que cada vez existe y habrá más energía en el sistema tierra, es decir, en todos los ecosistemas y los individuos y relaciones entre los mismos y el entorno abiótico, biótico y/o antropogénico.

Lo cual está perfectamente reflejado en los RCP (representación de las vías de concentración de gases en la atmósfera), que indican cómo cada vez debido al efecto invernadero se acumula más energía en la biosfera, que da lugar a un incremento metabólico global, pero ponderado por el lugar, tiempo y estructura que recibe este incremento energético (https://globalcarbonbudget.org/).

Estas certezas, que no ideas, son las que nos motivan a plantear la pregunta ¿las patologías, quizás requieren otro enfoque para su tratamiento?

Así, de acuerdo con este contexto ambiental y en el marco de la anterior pregunta, la lucha contra plagas y enfermedades, ¿se puede seguir encarando, como hasta ahora?, si así fuera ¿no sería como considerar el futuro, como el presente con retraso? (https://www.totsantcugat.cat/opinio/iceberg_111252102.html).

Además, la situación sociopolítica actual (desde inicios de abril de 2025), todavía tensionan más al alza la evolución de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que compromete posturas inmovilistas, descalificando el famoso mira y espera.

Se está y estará en un nuevo paradigma, y, ​​por tanto, en el trabajo en patología, los métodos de detección, aplicación y valoración tienen y tendrán que adaptarse en fuentes y forma al mismo, ya que el patógeno como objetivo, habrá que considerarlo siempre, teniendo en cuenta la energía que lleva asociada a él y a su entorno, ya que además de ser más rápido, puede comportar cambios en los huéspedes, en el entorno, y en los mismos parásitos...

Hay un ejemplo claro, el rugby ha evolucionado hacia jugadores más atléticos, rápidos, pesados ​​y técnicos, lo que ha hecho que las tácticas y estrategias de defensa sean muy distintas a las de hace unos años, tratando éstas que se reduzca la energía cinética del contrincante, y también reduciéndole el tiempo de respuesta, es decir adelantándose al ataque, haciendo una defensa activamente preventiva, no reactiva.

Un sistema con más energía incorporada no puede tratarse igual, que un sistema generado hace más de 50 años, en situaciones y circunstancias distintas a las actuales y, por ende, futuras

Existe suficiente conocimiento acumulado, por lo que, aunque la incertidumbre puede dar miedo, con conocimiento, trabajo plural y coral, sobriedad y sentido común, se pueden y podrán generar soluciones para mantener los cultivos controlados de enfermedades y patologías, en el marco ambiental y económico necesario para hacerlos viables, por la obtención de alimentos.

Por tanto, ante la realidad climática, consecuencia del cambio global, y la incertidumbre asociada, quizás se necesitan actuaciones más preventivas, con menos rutinas y/o improvisación, tratando de ser más próximamente prescriptivos, lo que comporta una más estrecha y continua relación entre el sector agroalimentario con las estructuras de investigación.

Así, la modelización será una herramienta importante para valorar el dónde, cuándo, con qué intensidad potencial y porque se desarrollará alguna incidencia patológica en los cultivos, lo que permitirá prevención y/o rapidez en la actuación, especificidad, eficiencia y sobriedad en los medios empleados en la lucha contra la patología.

Tener y plantear dudas no es inseguridad, es reconocer lo que no se sabe, lo cual nunca debe ser excusa para no discutir opciones de cambió, que favorezcan la funcionalidad de los sistemas, en este caso el agroalimentario.

Así, como dice el refrán “a grandes males, grandes remedios”, ya que como decía el cantautor Jaume Sisa (Jaume Sisa el comptador d’estrelles. Donat Putx. 2015. Grup editorial 62. Editorial Empúries. ISBN: 978-84-9787-993-4) “lo único que no podemos hacer en esta vida, es no hacer nada”.

 

 

 

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