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El punto de encuentro de la cadena agroalimentaria

Periódico Digital Qcom.es: El punto de encuentro de la cadena agroalimentaria

24 DE junio DE 2024

Una nueva Europa en marcha

Una vez pasadas las elecciones europeas del 9 de junio, y analizados ya los resultados en caliente, es momento de hacer algunas reflexiones sobre lo que serán estos próximos cinco años, de aquí al 2029, cuando se volverá a renovar el Parlamento Europeo.

En estos años, se decidirán en Bruselas, con una activa participación de la eurocámara, muchas cuestiones que nos atañen, desde las perspectivas financieras, a la nueva PAC, la política de cohesión, la normativa medioambiental o la continuidad – o no- del Pacto Verde, la incipiente política de seguridad y defensa comunes, o las políticas migratorias. En definitiva, decisiones que nos afectarán en el día a día, y que también definirán el papel de la Unión Europea (UE) en el contexto económico y geopolítico mundiales.

Sin ánimo de ser exhaustivo, más bien desde un análisis global, desde mi punto de vista, se pueden extraer cinco grandes conclusiones:

Los partidos que apuestan por el proyecto europeo, el denominado acervo comunitario, y por una Europa más fuerte y ambiciosa, han ganado las elecciones con claridad. Los populares, los socialdemócratas, los liberales y los verdes -que han impulsado la eurocámara desde hace décadas- alcanzan, en conjunto, 453 escaños, una amplia mayoría sobre los 751 asientos que conforman el Parlamento Europeo. Es una excelente noticia, que estuvo en riesgo los meses anteriores a la cita electoral. Esto les permitirá seguir adelante con muchos de los proyectos ya iniciados y apostar por más Europa.  

La ultraderecha europea está más fuerte que nunca, sí, pero no ha conseguido su objetivo de hacer que los cuatro grandes grupos mencionados cayeran por debajo de la mayoría absoluta o que, aun superándola, se vieran muy justos para sacar determinadas votaciones, en las que se contraponen los planteamientos ideológicos con los de cada Estado Miembro. Obtienen, entre los dos grupos ultras, 131 escaños, a la espera de que alguno de los partidos nuevos no inscritos, con los que comparten planteamientos radicales, puedan llamar a sus puertas. Este peso de los partidos más reaccionarios y, en muchos casos, antieuropeos, es un problema, cada vez mayor, para la UE. Hay que seguir apostando por más Europa, y por mantener eso que llamamos “cordón sanitario”, evitando las tentaciones que, durante la campaña, ha tenido Von der Leyen, para apoyarse en los grupos de ultraderecha, en caso de apuro. No puede ser. Lo que sí hay que hacer, es intentar atraer a estos partidos al mundo del europeísmo, pero nunca pactar con quien no asume la diversidad, la igualdad y no cree en el proyecto común europeo.

En casi todos los Estados Miembros triunfan partidos de derecha o de centroderecha, lo que supone una nueva vuelta de tuerca hacia el conservadurismo en Europa. Solo en dos Estados Miembros, Portugal y Rumania, han ganado las elecciones los socialdemócratas. El contexto de mayoría de gobiernos de derecha, incluso con pactos con la ultraderecha, en los Estados Miembros, hace prever mayor dificultad para afrontar incrementos de presupuesto en la negociación de las nuevas perspectivas financieras, que se debe abrir en los próximos años -y de la que depende la financiación de la PAC o la política de cohesión, fundamentales para España-, o para una mayor ambición y liderazgo en las políticas ambientales, con el Pacto Verde y los compromisos de reducción de gases de efecto invernadero, como cuestiones capitales. Todas estas políticas son cruciales, y para conseguir avances, deben reforzarse las capacidades de negociación y persuasión de un colegio de comisarios, que será, previsiblemente, más político y que ha de estar conformado -para eso están las audiciones del Parlamento que deben aprobar la propuesta de nombramientos de comisarios por parte de los Estados Miembros- por europeístas convencidos.

El trabajo de la eurocámara y de los gobiernos europeos en estos años no puede centrarse solo en la gestión de los dosieres ya iniciados o de las políticas habituales. Debe ser muy ambicioso, relanzando el proyecto, con nuevas reformas que supongan más políticas comunes, acelerando los procesos de adhesión de los países del este todavía pendientes, incluida Ucrania, y apostando por un papel más definido y preponderante de la UE en los foros internacionales. El control de las prácticas, muy cuestionables, de los gobiernos de Hungría o Italia, por citar dos ejemplos conocidos, por parte de la nueva Comisión Europea, que estará definida en otoño, será clave para evitar el auge de los extremismos y que se ponga en riesgo el proyecto común.

Por otra parte, una victoria del partido de Le Pen, Agrupación Nacional, en las inminentes elecciones legislativas francesas podría ser muy dañino para la construcción europea. Francia ha sido siempre uno de los motores de la UE y la perspectiva de un gobierno ultra, debilitaría su papel y el del presidente de la República, limitando las expectativas relativamente optimistas que hemos mencionado, tras las elecciones del 9 de junio.

Es un excelente momento para el compromiso de todos con la política europea. Los datos de participación en las recientes elecciones, muy bajos, y el auge de la ultraderecha, no son mensajes positivos. Las recientes palabras de los deportistas franceses, el jugador estrella del futbol mundial, Mbappé, a la cabeza, posicionándose a favor de las opciones que apuestan por la diversidad, el respeto y la igualdad, en definitiva, por todo lo que representan los ideales de la República Francesa y el acervo comunitario, sí son señales esperanzadoras.

Europa necesita de nuestro compromiso permanente, diario, el de todos, el de los políticos y el de todos los ciudadanos. No hay un proyecto colectivo tan ambicioso -y exitoso- como el de la UE, en todo el mundo. Nos ha costado mucho llegar hasta aquí. Y es momento de trabajar para que siga adelante con fuerza.

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