11 DE enero DE 2024
Robert Savé. Investigador y coordinador de vitivinicultura del IRTA.
Los faros son unas estructuras generadas por la humanidad para servir de referente en las vías de comunicación, no son para seguirlos, porque inexorablemente nos estrellaríamos en su base rocosa, sino justo al contrario, para alejarnos de los escollos y así poder hacer una buena y correcta senda.
Este artículo, pretende desde la más absoluta modestia, hacer el papel de faro, ya que se circunscribe a una zona concreta de la Península Ibérica, con características claramente mediterráneas, que desde hace 3 años sufre una importante sequía, la mayor registrada y documentada.
Ahora, por suerte se vislumbra una opción para el optimismo, ya que tanto Aemet como Meteocat dicen, que en los próximos días habrá una borrasca mediterránea, que traerá agua y nieve a buena parte de Cataluña.
Que bien si es así, y sobre todo para los creyentes, que podrán agradecer este hecho al santo y/o virgen, al que se han encomendado sus plegarias pidiéndoles lluvia.
Para los descreídos, cómo es mi caso, qué suerte y qué pena. Suerte por el agua, y pena porque en pleno siglo XXI, algo avisado hace años desde la objetividad de la ciencia, se resolverá de forma aleatoria, no forzada, ni trabajada.
En estos últimos tres años se ha informado con todo detalle de la sequía que se estaba desarrollando, explicándose los efectos que tendría en la agricultura, especialmente en la de secano, como es el caso del 65% de la superficie vitícola en Cataluña, se planteaban alternativas, muy focalizadas a lugares y tiempos para poder disponer de agua (freáticos y depuradoras), y a su vez se consideraban y valoraban los sueños ligados a desaladoras, también se promovían grupos de trabajo para tratar de capturar y retener el máximo de agua cuando lloviera.
Si, había y hay mucho rumor, a veces ruido, hay declaraciones, posicionamientos...pero al fin nada, si hay agua, será simplemente porque habrá llovido. Esta agua, si es general y generosa, puede salvar la campaña vitivinícola 2024, y a su vez, lamentablemente, promover olvido respecto a este problema en los menos comprometidos.
Quizás esta sequía desaparece, ojalá, pero la falta de agua para el sector vitivinícola estructurado como lo está ahora se mantendrá y se hará mayor.
Para evitarlo, ya no es suficiente con ser conscientes del problema, es necesaria actitud para considerar sin dudas, que este recurso es básico, escaso y errático en su distribución en el espacio y el tiempo en la vitivinicultura catalana, el cual es más que una parte importantísima de los indicadores económicos de Cataluña, es mucho más, es territorio, cultura, paisaje y salud individual y social.
Hay que ser positivamente beligerantes con las administraciones, que siguen sin querer darse cuenta de que somos mediterráneos y por tanto no se tiene que mirar hacia el norte, sino hacia el sur y el este, y en consecuencia considerar que la solución del riego, no es universal, y ni siquiera para siempre, a menos que se valore su necesidad estratégica.
Así, teniendo en cuenta el nexo agua/energía, se deben plantear soluciones valientes, que seguro no contentarán a todos, y que además tienen impacto ambiental, pero que son necesarias, y que sólo se pueden implementar haciendo la política, la función para la que ha sido delegada por la población, la de gobernar, que es el ofició y arte de tomar decisiones, para la mayoría, teniendo muy cuenta la minoría afectada.
Digámoslo claro y fuerte, no tenemos más agua que la que llueve, nuestras tierras pueden retener un 20% por m3, la eficiencia agronómica está casi al límite, los acuíferos están sobreexplotados y/o contaminados, así pues, o desalamos o el futuro se vera altamente comprometido.
El tiempo de ilusión se acabó con la venida de los Magos, ahora sólo nos queda compromiso, esperanza en el trabajo conjunto y decisión.
No nos engañemos, el problema no es el agua, que también, el problema es un modelo organizativo de otros tiempos y circunstancias, que no son las de ahora y mucho menos las del futuro.
Ojala esta sequía, haga de faro, que contribuya a orientarnos, hacia vías de resilencia, para este sector, que ocupa casi un millón de hectáreas en España.
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