¿Feliz Año Nuevo?

Paloma Sánchez Pello. Directora de Competitividad y Sostenibilidad de FIAB

¿Cómo nos despertaremos el 1 de enero de 2023? Mi primera reacción será de alegría, especialmente si es un día soleado, frío pero soleado. Yo y muchos otros también nos alegraremos si para ese día ya ha llovido lo suficiente como para disminuir los niveles de contaminación y aportar agua al campo, un agua tan necesaria para un país como España, afortunadamente muy agrario.

Muchos también nos levantaremos el primer día del nuevo año con la resaca de las fiestas Navideñas y la despedida del 2022. La mayoría con buenas intenciones y propósitos para el 2023:  hacer más ejercicio, bajar peso, organizarse mejor en el trabajo para ganar tiempo libre…

Lo que es seguro es que todos amaneceremos con una enorme preocupación por la situación económica del país y consecuentemente de cada uno de nosotros. Abriremos los ojos y mucho me temo que seguiremos con una inflación disparada, con los costes de la energía y las materias primas por las nubes y con tipos de interés más altos. Y en nuestro sector, impuestos y gravámenes al producto a lo largo de la cadena de valor. Así que, si nos ponemos a darle vueltas al panorama y a  lo que nos amenaza, es fácil que caigamos en pensamientos negativos: ¿vamos a pasar frío?, ¿tengo que reducir mis compras y gastos?, ¿podré irme de vacaciones?.

Quizá todo esto no sea más que parte de una pesadilla y estemos a tiempo de cambiar al menos en parte esa perspectiva tan negativa con la que, parece, nos enfrentaremos al nuevo año.

Sectores como el de alimentación y bebidas han propuesto a nuestros gobernantes medidas relevantes que pueden hacer mejorar la situación económica y del sector en el 2023 y consecuentemente mejorar en gran medida la situación de los ciudadanos. Entre otras medidas propuestas se pueden resaltar: una reducción del IVA, que incentivara el consumo y redujera la presión que las empresas están teniendo que ejercer sobre sus ya limitados márgenes; no adoptar ninguna medida fiscal o reguladora que reste competitividad al sector o a las familias; el aplazamiento de la entrada en vigor del impuesto al plástico recogido en la Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular, hasta al menos enero de 2024; no ir más allá que Bruselas en la Responsabilidad Ampliada del Productor; un precio adecuado al sector alimentario para la electricidad y el gas; y una bajada de los impuestos en los combustibles que repercuten sobre los costes de toda la cadena agroalimentaria.

En concreto, el paquete de economía circular, es decir la Ley de residuos y el futuro real decreto de envases, tienen una estimación aproximada de impacto de 690 millones de euros, y unos 6.000 millones de euros más la Responsabilidad Ampliada del Productor y las medidas de reutilización, con la consecuente pérdida de empleo que podría suponer. Tanto en la Responsabilidad Ampliada del Productor como en reutilización, el Real Decreto va más allá que la Directiva Europea.

Es por ello por lo que, si se tienen en consideración las peticiones que hemos hecho desde la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas, ayudarán a todos los ciudadanos a levantarse el 2023 más relajados, menos preocupados, y enfrentando el año con ilusión y ganas de trabajar, para salir de esta crisis económica que tan malas previsiones auguran.

No es una fantasía ni una carta a los Reyes Magos. Es un deseo sí, pero es una petición razonable y factible que puede ayudar a muchos ciudadanos a afrontar con mayor esperanza los próximos meses y tener un ¡Feliz Año Nuevo!.