13 DE diciembre DE 2022
Javier Millán-Astray, vicepresidente Ejecutivo
La incertidumbre internacional y los permanentes sobresaltos económicos han marcado un año muy difícil para el gran consumo. Podemos extraer algunos destellos positivos: en 2022 hemos asistido una recuperación del gasto turístico, importantísimo en muchas comunidades autónomas y destinos vacacionales de España. No obstante, la tónica para el sector ha sido una secuencia de shocks externos con un gravísimo impacto para la actividad, los márgenes de las empresas y la confianza del consumo.
Sin duda, el encarecimiento de la energía (282% desde enero de 2021 hasta julio 2022), el gas (395%) y de las materias primas (170% los cereales y hasta 120% el vidrio, cartón y plástico) han tensionado gravemente todos los eslabones de la cadena de valor, erosionando los márgenes y encareciendo todos los procesos y operaciones desde el campo al producto final. Además, los paros del transporte de marzo, los cuellos de botella de la logística internacional y, por supuesto, la guerra en Ucrania han añadido si cabe más problemas.
En el arranque de 2023, no es previsible un cambio sustancial de este escenario: energía y materias primas se ven afectadas por un tablero geopolítico altamente inestable y cuyas consecuencias llegan aguas abajo a todos los agentes económicos.
En este contexto económico y social muy difícil, todas nuestras empresas y sus proveedores llevan meses trabajando para ofrecer una cesta de la compra más económica, a través de productos de marca propia, más promociones y descuentos en una amplia oferta de productos. Este ajuste en precios alcanza un surtido de productos y categorías amplísimo, capaz de cubrir diferentes necesidades de consumo, en especial, de los hogares más vulnerables. Esta dinámica de la Distribución ha ofrecido más opciones a los consumidores a la hora de adaptar su cesta de la compra. De hecho, podemos decir que el incremento de precios de esa nueva cesta de la compra está más de 3 puntos por debajo de lo que indica el IPC.
En definitiva, la Distribución está colaborando de manera muy eficaz a amortiguar la inflación, con una oferta comercial que en la medida de lo posible permita a los hogares reajustar sus presupuestos y opciones de compra.
La coyuntura aprieta, pero no deberíamos olvidar otros problemas a medio y largo plazo. En España todos los sectores debemos mejorar la productividad y la competitividad de las empresas. Ambas son palancas necesarias para generar riqueza, inversión y empleo. Las Administraciones debería comprender este desafío, mostrar más sensibilidad con el sector privado y avanzar juntos en grandes reformas estructurales de largo alcance.
De momento, el camino emprendido es justo el contrario: vemos como en medio de una gravísima crisis energética, nuestro sector se ha visto afectado en el último año por una treintena de nuevas regulaciones y cargas administrativas, en asuntos críticos como los impuestos, los envases, las cadenas de valor, los etiquetados, la logística o la energía.
Por ejemplo, para hacer frente a la crisis energética, desde ANGED llevamos meses reclamando que se reconozca al sector la capacidad de disponer de un acceso a la energía en condiciones similares a las de la industria electrointensiva. También hemos solicitado medidas fiscales, como la rebaja del IVA a los productos básicos de la cesta de la compra o la deflactación del IRPF, para ayudar a los hogares a amortiguar la escalada de precios. La cadena agroalimentaria ha pedido también al Gobierno una moratoria en la entrada en vigor del nuevo impuesto al plástico, que inevitablemente va a tener impacto sobre los costes, así como una mayor flexibilidad a la hora de aplicar las nuevas obligaciones sobre envases, que requieren un gran esfuerzo inversor a corto plazo. Por último, desde ANGED hemos reclamado una moratoria para la instalación de 20.000 puntos de carga ante la imposibilidad técnica y económica de cumplir los plazos fijados por el Gobierno. Sin duda, todas son medidas que ayudarían al menos a no agravar la crisis de costes que tenemos.
Según datos de Eurocommerce y la consultora Mkinsey, el comercio mayorista y minorista en Europa necesita realizar una inversión de 600.000 millones de euros adicionales de aquí a 2030 para hacer frente a tres grandes desafíos como son la digitalización de las compañías, la descarbonización de nuestro modelo de negocio y la adaptación profesional de las personas que trabajan en el sector al nuevo entorno. Nuestras empresas ya están realizando un enorme esfuerzo para liderar estas tres áreas críticas, cuyo beneficio a medio y largo plazo repercute de forma positiva en toda la sociedad. Por tanto, animamos una vez más a escuchar a las empresas y trabajar juntos en un futuro provechoso para todos.
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