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El punto de encuentro de la cadena agroalimentaria

Periódico Digital Qcom.es: El punto de encuentro de la cadena agroalimentaria

18 DE enero DE 2021

¿Realmente a quién le favorece el Brexit?

Pablo Rodríguez Pinilla. Ingeniero Agrónomo, Comunicador-divulgador agroalimentario

El pasado día 24 de diciembre, día de Nochebuena, tras años de negociación, periodos transitorios, amagos, faroles, descartes y estrategias políticas, la Unión Europea y el Reino Unido consiguieron un principio de acuerdo para ordenar sus relaciones comerciales. El acuerdo se alcanzó “in extremis”, con el límite del 1 de enero a la vuelta de la esquina y a un paso del caos comercial o, lo que hubiera sido casi peor, con otro periodo transitorio en el horizonte.

Como suele ocurrir en estos procesos, la versión varía según quién cuente la historia, pero lo que sí parece evidente es que era necesario dejar de marear la perdiz, y poner punto final al proceso de ruptura planteado por el Reino Unido. Un conflicto creado, no se sabe muy bien si de forma consciente, o inconsciente, pero movidos por un populismo propio de otros siglos y que, a buen seguro, les terminará pasando factura.

A mi juicio, una nueva muestra de soberbia británica, eco del imperio que fueron, y que ya no tiene cabida en el mundo global en el que vivimos. En definitiva, una equivocación histórica, mayúscula, que puede arrastrar consigo a millones de personas que se verán nadando a contracorriente, buscando recuperar una gloria imperial perdida, que no volverá. 

Pero dicho todo esto, que no deja de ser una opinión, conviene recordar que todos nos jugamos mucho con esta actitud irresponsable que llegó desde las islas británicas un 23 de junio de 2016. Sin ir más lejos, el Reino Unido es uno de los principales destinos de los productos agroalimentarios españoles, representando un 10% de nuestras exportaciones, unos 4.000 millones de euros. Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en lo que a EXPORTACIONES se refiere, los cítricos, las frutas de hueso, los frutos rojos, el kiwi, el caqui y las hortalizas en conjunto suponen en torno a un 28% de las ventas. Vino y mosto representan el 8%, el aceite de oliva un 5% y la carne de porcino, el 3%.

Pero la relación comercial es bidireccional y, como consecuencia, no solo es interesante para España. Si hablamos de IMPORTACIONES procedentes del Reino Unido, destacan las bebidas espirituosas, que constituyen el 26% de nuestras compras de productos agroalimentarios al Reino Unido.

Otros de los productos más importados, y que de hecho han protagonizado buena parte de la negociación, son los productos de la pesca, que representan el 21% de las importaciones procedentes de Reino Unido.

Por el contrario, sin dejar los productos de la pesca, España vende al Reino Unido preparados y conservas de atún, y harinas de pescado.

Como se puede ver, un comercio agroalimentario muy activo en el que, una vez que el Reino Unido ya no forma parte de la Unión Europea, la importación de productos como animales, plantas, productos de origen animal o piensos, estará sometida a los mismos requisitos y controles sanitarios y fitosanitarios que para la importación de cualquier país tercero. De esta forma, la importación se deberá realizar a través de aeropuertos o puertos que cuenten con Puesto de Control Fronterizo autorizado para la categoría del producto a importar, las diferentes partidas deberán ir acompañadas por un Certificado Oficial Fitosanitario o Veterinario y serán sometidas a controles, que podrán incluir un control documental, de identidad y físico.

En lo que a las exportaciones de productos de la UE al Reino Unido se refiere, las partidas también deberán ir acompañadas por un Certificado Oficial Fitosanitario o Veterinario; en función del tipo de producto, existirá la necesidad de prenotificación en el país de destino y deberán llegar a través de aeropuertos o puertos que cuenten con un Puesto de Control Fronterizo autorizado para la categoría del producto a importar.

Sin embargo, dentro de la mala noticia que para todos supone la separación de la Unión Europea y el Reino Unido, existe una cuestión positiva en el futuro de las relaciones comerciales, al menos a corto-medio plazo, que es no incluir aranceles sobre los productos europeos a su llegada al mercado británico, circunstancia que hubiera provocado una clara pérdida de competitividad frente a competidores de países terceros.

Mención aparte merece el sector pesquero que, a falta de conocer los entresijos de la negociación en su conjunto, se presenta como el gran perjudicado o, dicho de otra forma, como la pieza que la Unión Europea ha sacrificado para desatascar un acuerdo que urgía cerrar antes del pasado 31 de diciembre de 2020.

En definitiva, un proceso que hubiera sido mucho mejor para todos que no se produjera, que ha durado demasiado y del que tardaremos en conocer las consecuencias reales sobre los distintos sectores implicados de la Unión Europea, del Reino Unido y de otros países terceros que, irremediablemente, empezarán a formar parte de una ecuación comercial con más de 500 millones de habitantes. 

De momento, mientras se completa el análisis de daños del Brexit, en estos primeros días de acuerdo comercial ya se distinguen claramente los primeros perjudicados: los transportistas que en la frontera ven cómo son requisados sus bocadillos, aunque sean para autoconsumo.

Bienvenidos al Brexit.

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