22 DE julio DE 2024
Ricardo Migueláñez. @Rmiguelanez
Era muy esperado el discurso de presentación de su candidatura por la ya reelegida presidenta de la Comisión Europea en el Plenarium del Parlamento Europeo el pasado 18 de julio. Y lo era por diversos motivos. En primer lugar, para ver quien votaba (el voto era secreto) a favor de su reelección para otros cinco años (hasta 2029) al frente del Colegio de Comisarios de la UE. En segundo término, para escuchar lo que contaba en los 45 minutos que duró su discurso sobre las orientaciones políticas de la CE en el periodo 2024-29 y, entre éstas, las relacionadas con el sector agroalimentario.
En cuanto a la votación, la alemana cosechó 401 votos a favor (frente a 369 votos en 2019) de 707 parlamentarios participantes (56,8%) sobre un total de 719 miembros de la Eurocámara (Antoni Comín, de Junts, no pudo participar al no tener permiso para ocupar su escaño), cuando para ser elegida necesitaba el apoyo de 360 eurodiputados (mayoría absoluta). Otros 284 votaron en contra (grupos extremos de derecha y de izquierda). Hubo, además, 15 abstenciones y siete votos fueron nulos.
Como era previsible, Von der Leyen logró el apoyo de casi todos los parlamentarios pro-Europa, de su Partido Popular Europeo (PPE), de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D) y de los liberales y centristas de Renew Europa.
Lo novedoso fue que también gran parte del grupo de Los Verdes (53 eurodiputados), todos menos 10, al parecer, se sumó a favor de su candidatura para asegurar según dijeron, “el cordón sanitario” frente a la extrema derecha, aunque la realidad fue que en su discurso la presidenta de la CE mostró su compromiso a mantener vivas las ambiciones de la Agenda Verde, aprobada en la anterior legislatura.
La copresidenta de Los Verdes, Terry Reintke, lo dijo con claridad meridiana: “no podemos retroceder en el Pacto Verde. Necesitamos una legislación de adaptación al clima para ser más resilientes. El Pacto Verde es la supervivencia humana en el Planeta.”
En conjunto, los cuatro grupos europarlamentarios suman 454 votos, por lo que si el voto a favor con mayoría absoluta fue de 401 votos, unos 53 lo fueron en contra o se abstuvieron, aunque siendo compensados en parte por otros votos de grupos de extrema derecha o de izquierda que votaron a favor de la candidatura de la alemana (por ejemplo, del grupo de Reformistas y Conservadores (ECR), como checos o flamencos belgas).
El discurso bastante medido de Ursula von der Leyen sobre las “Orientaciones Políticas de la CE 2024-29”, en el que definía las prioridades estratégicas de su segundo mandato al frente de la Comisión Europea en el próximo lustro, vaticinaba ya en parte el resultado posterior de la votación, ya que quiso contentar, buscando equilibrios, a unos y a otros. Para todos tuvo párrafos de compromiso y a todos (o casi) de los que la respaldaron satisfizo. Era el día de las palabras que deberán respaldarse hechos durante el nuevo periodo que se avecina.
Para empezar, no se conoce qué hará para conjugar en la próxima legislatura las posturas bastante contrapuestas del PPE y Los Verdes con respecto a la Agenda Verde (el polémico Pacto Verde Europeo).
Von der Leyen afirmó en su discurso que en biodiversidad mantendrá el rumbo marcado en la anterior legislatura y prometió incentivos para alcanzar los compromisos internacionales en este ámbito (en referencia a la protección y reparación de la naturaleza, acordada en el marco de Naciones Unidas), añadiendo que “debemos continuar la protección de nuestro mundo natural, porque nuestros bosques y selva, nuestros humedales y praderas no solo son nuestro hogar y paisajes de nuestras vidas.” En “roman paladino”, no va a haber una marcha atrás con respecto al Pacto Verde Europeo, con sus Estrategias “De la granja a la mesa” o de Biodiversidad 2030” o con el reglamento de Protección de la Naturaleza, pero habrá que ver cómo dará cumplimiento a sus objetivos.
Adaptación climática
Una de las prioridades principales de Von der Leyen para la nueva legislatura será conformar un Plan europeo de Adaptación Climática, al considerar que “uno de los mayores riesgos para nuestra seguridad es el impacto del clima, con devastadoras consecuencias por medio de las inundaciones, incendios y sequías”.
Añadió la presidenta de la CE que, “afrontar ese problema acuciante pasa por reforzar los mecanismos de protección civil, abordando todas las facetas de la gestión de crisis y desastres, junto con la construcción de resiliencia comunitaria, y preparándose para lo que vendrá, más allá de mitigar la crisis reduciendo las emisiones de dióxido de carbono”.
Pretende, por ello, “mapear los riesgos y necesidades de preparación de infraestructuras, energía -agua-, alimentos y tierra en ciudades y áreas rurales, así como contar con datos y un sistema de alerta temprana.”
Con el plan citado, Von der Leyen buscará “apoyar a los Estados miembros, en especial en el ámbito de la preparación y planificación, y asegurar evaluaciones regulares donde la seguridad hídrica y el agua ocupen un lugar determinante.”
Precisamente, el agua o la “resiliencia hídrica” es otro de los pilares estratégicos de sus orientaciones políticas para el nuevo periodo 2024-29. La presidenta de la CE afirmó que “el agua, un recurso indispensable para la seguridad alimentaria, la energía renovable y la economía, está cada vez más bajo estrés, debido al cambio climático y a las crecientes demandas.”
Ante esta situación, Von der Leyen recalcó que “buscará asegurar que las fuentes estén bien gestionadas, se aborde la escasez y se mejore la ventaja competitiva e innovadora de nuestra industria del agua, adoptando un enfoque de economía circular.” Respondió así a lo exigido en días pasados por 21 de los 27 Estados miembros, que pidieron a la CE garantías de que el agua será una prioridad absoluta en la agenda europea y un enfoque integral para impulsar la seguridad y la resiliencia hídrica.
Agricultura fundamental
La presidenta de la Comisión regaló también en su discurso letra y música a un sector agroalimentario que, tras la crisis de Covid-19, volvió a ser vapuleado por el incremento de costes de los insumos, no reflejados en sus precios de venta; por el exceso de burocracia de la nueva PAC; por normativas medioambientales desvinculadas en su lógica con la actividad productiva, etc., como proclamaron agricultores y ganaderos durante las manifestaciones de protesta que tuvieron lugar en casi toda la UE en los primeros meses de este año.
Afirmó que “la agricultura debe seguir siendo una parte fundamental de la forma de vida europea”, añadiendo que “será vital que los agricultores tengan unos ingresos justos y suficiente para seguir llevando a cabo su actividad y para que no se vean obligados a vender sus productos por debajo de los costes de producción.” Para lo cual, recalcó Von der Leyen” “buscará que la Política Agraria Común (PAC) se centre en encontrar un equilibrio adecuado entre incentivos, inversiones y regulación normativa.”
Lo más concreto de sus palabras fue su compromiso de que, a partir del Diálogo Estratégico sobre el Futuro de la Agricultura, iniciado al calor de las manifestaciones agrarias, presentará en sus primeros 100 días de mandato una “visión para la agricultura y la alimentación”, para abordar cómo asegurar la competitividad y a la vez la sostenibilidad a largo plazo de nuestro sector agrícola dentro de los límites de nuestro Planeta.”
En este sentido, la presidenta de la CE también se comprometió a “apoyar las granjas familiares y recompensar a los agricultores que trabajan con la naturaleza, preservando nuestra biodiversidad y ecosistemas naturales y ayudando a descarbonizar nuestra economía.”
En el ámbito pesquero, Von der Leyen anunció que nombrará a un comisario específico para Pesca y Océanos, que se encargará de garantizar que la actividad en este sector siga siendo sostenible, competitiva y resiliente, así como de mantener un campo de juego equilibrado de la cadena de valor europea. Presentará, además, un Pacto Europeo por los Océanos.”
Del discurso a los hechos
Con los mimbres discursivos de la presidenta de la CE, el sector agrario en su conjunto se formó un juicio de valor bastante positivo, pero, como sucede casi siempre en estos casos, no suficiente. Sin duda, fue plausible que Von der Leyen considere a la agricultura europea como un activo estratégico y un medio vital para garantizar la seguridad alimentaria europea y mundial, pero ahora viene lo difícil: convertir esta visión o esta ambición estratégica en acciones concretas.
Se vio como una buena señal de partida que la política alemana se comprometiese en su discurso a poner fin a determinadas prácticas comerciales desleales en la cadena de valor alimentaria; a apoyar la competitividad y la innovación en el sector agroalimentario (del que forman parte básica también las cooperativas), y a garantizar unos ingresos dignos para nuestros agricultores. Pero tras las palabras, deberán llegar los hechos y algunas otras acciones adicionales que no podrán esperar mucho tiempo para su puesta en marcha.
En concreto, como exigió el COPA-Cogeca, en los próximos meses deberá conocerse qué lugar ocupa finalmente la agricultura en el próximo Colegio de Comisarios de la UE, dado que una de las peticiones de las organizaciones del sector es que si esta actividad es uno de los tres pilares de la denominada “Autonomía Estratégica de la UE”, junto a la Defensa y la Energía, también debería ostentar un mayor rango institucional, por ejemplo ostentando un nivel de Vicepresidencia en el Ejecutivo comunitario.
En segundo lugar, habrá que ver el nivel de ambición del presupuesto de la PAC en las negociaciones del próximo Marco Financiero Plurianual de la UE, ya que son muchas las voces que reclaman que si las exigencias al sector agrario en seguridad y autoabastecimiento alimentario y en medioambiente y clima son mayores, también debería apreciarse ese mayor esfuerzo en términos presupuestarios. Hasta el actual comisario de Agricultura y Desarrollo Rural, Janusz Wojciechowski, ha reconocido que será necesario más presupuesto para la PAC para poder financiar las mayores ambiciones exigidas a nuestros agricultores y ganaderos, así como para afrontar las crisis de mercado y climáticas que afectarán a las producciones comunitarias.
En tercer lugar, se deberá concretar la manera sobre cómo la Comisión Europea recompensará a los agricultores que trabajan con la naturaleza (o a favor de ella) o a mitigar las emisiones de carbono a la atmósfera, como dijo Von der Leyen en su discurso, sin que ello suponga una excesiva carga burocrática o una insuficiente compensación que, en vez de incentivarles, les desanime a cumplir con los objetivos en esos ámbitos.
Relevo generacional
Por último y no por ello menos importante, la CE deberá abordar con medidas más incisivas la compleja cuestión del relevo generacional en el campo, dado que el esfuerzo legislativo y presupuestario de la PAC actual no parece que esté siendo suficiente.
Basten unos datos: para el periodo 2025-2030, se prevé que el 11% de la tierra agraria de la UE (unos 20 millones de hectáreas) quede expuesta a riesgo de abandono. En la actualidad, en España se estima que un 10% de la superficie total está infrautilizada; esto es, 2,5 millones de 25 millones de hectáreas registradas. Además, de que la incorporación de jóvenes al sector agrario es escasa y a todas luces insuficiente, se produce una alta tasa de jubilación de titulares de explotaciones agrarias que, en muchos casos, conlleva un abandono de tierras.
Recientemente, en el Foro de Alto Nivel sobre el Relevo Generacional, el ministro de Agricultura, Luis Planas, reconoció también que “las numerosas iniciativas desplegadas e los últimos años tanto a nivel europeo, nacional y autonómico para favorecer la incorporación de jóvenes a la actividad agraria no han dado los resultados deseados, como lo demuestra que el 42% de los jefes de explotación en España tenga más de 65 años (un tercio del total de media comunitaria) y que dos de cada tres agricultores esté en edad de jubilación en 2030.”
La PAC destina a España 220 millones de euros de ayudas al año para la instalación de nuevos agricultores y ganaderos (1.500 millones en el conjunto del periodo hasta 2027), con una previsión de incorporación de 16.000 jóvenes hasta esa fecha, siendo cierto también que un 60% de los jóvenes que se incorporan a la actividad agraria lo hacen sin ayudas de la PAC.
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