6 DE noviembre DE 2023
El factor “tierra” es uno de los aspectos claves de toda actividad agraria. El suelo de uso agrario es, por un lado, un insumo o “input” determinante de esta actividad, y a la vez es un bien inmueble, más escaso de lo que se piensa, que tiene un valor y un precio que varía en función de los vaivenes que marca la oferta y la demanda de mercado.
Lo que para unos es una apreciación cuantitativa de ese factor, para otros puede ser una dificultad añadida para ejercer su actividad agrícola o ganadera. Por eso, los jóvenes que se incorporan a la actividad agraria o que quieren ampliar la dimensión de sus explotaciones, bien comprando o arrendando tierras, no ven con buenos ojos una revalorización de ese bien, la mayor parte de las veces alejada de su rentabilidad.
El resto, herederos o propietarios ajenos al sector agrario, lo ven de distinta manera y cuanto más se revalorice ese bien, a mayor precio pueden arrendarlo o venderlo en el mercado, ya sea para ejercer sobre esas parcelas la actividad agraria o, en su caso, para otros usos o destinos (construcción, industrial o de ocio y servicios).
Entre las dificultades que tienen los jóvenes para acceder al sector agrario, si no son herederos de una explotación familiar, una de las más importantes es poder contar con suelo de uso agrario suficiente para ejercer su actividad o ampliar su explotación, a precios asequibles, para lo cual necesitan de financiación a medio-largo plazo, que también es difícil de lograr.
Algunos Ejecutivos autonómicos y organizaciones de cooperativas agrarias han puesto en marcha algunas fórmulas de intermediación para que este colectivo que se inicia en la actividad agraria pueda llevar a cabo e ir desarrollando paulatinamente la misma, tal es el caso de los bancos de tierras, el amueblamiento o el uso común de parcelas, etc. Incluso y aún siendo una competencia de los Estados miembros, desde el Parlamento Europeo se ha pedido a la Comisión Europea que se plantee una regulación mínima específica y común del mercado de compraventa de tierras para que a los jóvenes se les facilite lo máximo posible el proceso de incorporación al sector agrario.
Tras este breve preámbulo introductorio, podemos entrar a analizar la Encuesta de Precios de la Tierra del pasado año 2022, publicada por el Ministerio de Agricultura, que situó su precio medio en 10.263 euros/ha, con un aumento del 0,8% respecto al año anterior, en que ya había aumentado un 0,5%. En cambio, en términos reales o constantes, descontada una inflación sectorial (deflactor del PIB) del 4,1%, ese precio medio se depreció un 3,2%, quedando en 9.122 €/ha.
Estos datos macro-económico en sí, dada la multitud de diferentes casuísticas, no nos marca más que una tendencia general, como también el hecho de que, de las 21 clases de cultivos y aprovechamientos analizados y considerados en esta encuesta, en 13 tipologías el precio medio subió y en 8 descendió, o que los cultivos observaron una ligera evolución positiva (+1,4%, hasta una media de 13.115 €/ha) y los aprovechamientos (prados y pastos permanentes), negativa (-2,4%, hasta 4.416 €/ha de media).
Como en años anteriores y con carácter general, las tierras de cultivo de regadío se apreciaron más (+2,3%, hasta 29.944 €/ha) que las de secano (+0,7%, hasta 9.280 €/ha), de ahí la importancia de la disponibilidad de agua en el valor de las tierras en el mercado. En cultivos de secano, el precio medio de la tierra osciló entre los 7.293 €/ha (+2,3%) de las tierras de herbáceos y barbecho y las dedicadas a olivar de aceituna de almazara (-2,5% y 19.209 €/ha), mientras que en cultivos de regadío, la distancia fue mucho mayor entre los 18.215 €/ha (+1,5%) de las tierras de cultivos herbáceos y los 241.418 €/ha (+11,7%) de las tierras que se destinaron a la producción de hortalizas de invernadero.
En cultivos de regadío, destacó también en 2022 las subidas en la tipología de uva para mesa y pasas (+22%, hasta 50.152 €/ha); las hortalizas al aire libre (+3,6%, hasta 37.468 €/ha) o de aceituna de mesa (+5,5%, hasta 29.946 €/ha). La excepción fue en cultivos de frutales de regadío, las de clima templado (-3,4%, hasta 25.882 €/ha), aunque también se depreciaron las tierras destinadas al cultivo de arroz (-2,3%, hasta 30.474 €/ha) y, por el contrario, subieron de precio las cultivadas con cítricos (+3,1%, hasta 43.605 €/ha).
En cultivos de secano destacaron las subidas de precios medios de frutales de clima templado (+6,8%, hasta 14.622 €/ha) y cultivos de herbáceos y barbechos (+2,3%, hasta 7.293 €/ha), y en los descensos, los de olivar de aceituna de almazara (-2,5%, hasta 19.209 €/ha).
Islas Canarias y Región de Murcia
Los precios medios de las tierras en las distintas Comunidades Autónomas dan también una genérica visión macro-económica, cuya única utilidad es observar su evolución en función de los cultivos o aprovechamientos en secano o en regadío que más destacan en cada una de ellas.
De las 17 CC.AA. analizadas, el precio medio aumentó en 11 de ellas, que sumaban una Superficie Agrícola Útil (SAU) del 78,18%, y descendió en otras 6, con una SAU del 21,82%.
Las tierras más caras, tanto en secano, como en regadío, estaban en 2022 (y en años anteriores) en las Islas Canarias, con 83.299 €/ha, debido al precio medio alcanzado por sus cultivos tropicales específicos (platanera, principalmente) y a la pequeña dimensión de sus explotaciones (hortofrutícola y viñedo).
Ya más lejos, le siguen la Región de Murcia, con una media de 21.785 €/ha, gracias a sus cultivos hortícolas de regadío y de invernadero; Islas Baleares (20.462 €/ha), debido a su insularidad y a la pequeña dimensión de sus explotaciones; Andalucía (19.934 €/ha), donde conviven cultivos hortícolas de invernadero y otros cultivos leñosos e industriales (algodón, arroz, tomate para transformación); Comunidad Valenciana (18.731 €/ha) por los cultivos hortofrutícolas, cítricos, arroz…etc.; La Rioja (15.214 €/ha), por sus cultivos hortofrutícolas de regadío, viñedo con DOC, etc.); País Vasco (13.780 €/ha) por sus explotaciones vitícolas (Rioja Alavesa), etcétera.
Las tierras de precio medio más bajos están en las CC.AA. con mayor extensión de cultivos herbáceos y barbechos de secano, como Extremadura, Aragón, ambas Castillas y Madrid.
En relación al año anterior, las mayores subidas de precios medios se dieron en las tierras de uso agrario de la Región de Murcia (+10,5%), Castilla y León (+3,8%), Extremadura (+3,8%), y Baleares (+3,5%), mientras que, por el contrario, bajaron precios en Asturias (-14,1%), Cantabria (-11,8%) y Galicia (-9,2%).
Por encima del precio medio estatal de 10.263 euros por hectárea se situaron los precios medios de las tierras de las CC.AA. de Canarias (83.299 €/ha), Región de Murcia (21.785 €/ha), Baleares (20.462 €/ha), Andalucía (19.934 €/ha), Comunidad Valenciana (18.731 €/ha), La Rioja (15.214 €/ha), País Vasco (13.780 €/ha), Galicia (13.164 €/ha), Navarra (13.164 €/ha) y Cataluña (11.593 €/ha)
Por debajo, Cantabria (9.669 €/ha), Asturias (8.181 €/ha), Madrid (7.993 €/ha) Castilla-La Mancha (6.524 €/ha), Castilla y León (6.321 €/ha), Aragón (5.000 €/ha), y Extremadura (4.906 €/ha).
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