Teresa Sánchez. Periodista.
El mapa de la distribución comercial en España en el sector alimentario se parece cada día que pasa un poco más a un oligopolio en el que fundamentalmente dos compañías -Mercadona y Dia- tienen el control del mercado. La empresa valenciana, que controla 1.500 supermercados y planea la apertura de otros 200 más en el país, tiene una cuota de mercado, según los estudios realizados por distintas consultoras, que ronda ya cerca del 27 por ciento del total.
Es líder indiscutible por facturación -vende ya más que Carrefour, Eroski y Alcampo juntos-, por beneficios y por rentabilidad, con lo que su poder de negociación con los proveedores está fuera de toda duda.
Pero Dia tampoco se está quedando atrás. La cadena que dirige Ricardo Currás tiene 4.151 tiendas en España y su facturación bruta en el último ejercicio fue 5.199 millones de euros. Segunda por beneficios y rentabilidad, su participación se sitúa en el entorno del 7 por ciento pero lo más importante es que crecerá de forma muy significativa tras la compra de Supermercados El Árbol y de 160 supermercados de Eroski, operaciones ambas que acaba de materializar este mismo año.
En la práctica, según los expertos consultados, esto significa que la cuota conjunta de Mercadona y Dia podría situarse una vez materializadas estas operaciones por encima del 40 por ciento del sector. Para un proveedor de la industria alimentaria quedarse así fuera de cualquiera de estas dos cadenas supone perder tal porcentaje de ventas que impediría su desarrollo normal, salvo que apueste por buscar negocio en los mercados internacionales.
Es cierto que en España, Carrefour y Eroski mantienen todavía una participación significativa, de cerca del 8 por ciento el primero y del entorno del 7 por ciento el segundo, pero aún así su situación financiera es mucho más delicada y están muy lejos de representar cualquier tipo de obstáculo para el desarrollo futuro de los dos gigantes que lideran el mercado.
En la industria alimentaria existe, de hecho, el temor en que ante las dificultades de la distribución, al margen de Mercadona y Dia, va a provocar un proceso de concentración aún mayor, del que estas dos compañías, con una gran fortaleza financiera, van a salir aún más reforzadas.
Hay que tener en cuenta que Mercadona ganó el año pasado 515 millones de euros y su margen de rentabilidad se situó en el 2,6 por ciento, muy por encima del resto. Y que tan sólo Dia consigue seguir su ritmo, después de haber obtenido un beneficio de 209 millones de euros en 2013, con un margen del 2,1 por ciento, incluyendo eso sí el negocio internacional en otros países.
Por contra, en el lado opuesto, aparecen compañías como Carrefour y Eroski. La cadena francesa ha logrado salir de pérdidas en 2013 en España, pero aún así su beneficio es de tan sólo 47 millones -tiene una rentabilidad de apenas un 0,6 por ciento- y sus ventas caen año tras año de forma imparable pese a los múltiples intentos e innovaciones en el hipermercado para ponerle freno.
Y la situación de Eroski es aún mucho peor. Lleva en números rojos desde 2008, sus pérdidas se elevaron en el último ejercicio a 121 millones de euros y aunque es cierto que ha llegado a un principio de acuerdo para refinanciar la deuda bancaria y garantizar así su viabilidad, tiene comprometido con las entidades acreedores un ambicioso plan de reestructuración y desinversiones que reducirá aún más su tamaño. Y eso después de un severo adelgazamiento en los últimos ejercicios, lastrado por la compra de Caprabo.
No parece extraño así que Mercadona y Dia vayan ganando cada vez más terreno sin nadie que les ponga freno. En el sector de la distribución, hoy por hoy, apenas aparecen dos posibles alternativas, pero su tamaño es muy pequeño aún en el conjunto. Se trataría de Alcampo y Lidl que, aunque presentan una situación financiera algo mejor, con beneficios consolidados, no llegan ni siquiera juntas al 8 por ciento del mercado.
Alcampo tiene una participación que ronda el 4 por ciento y Lild, que eso sí, crece año tras año, se aproxima ya al 3,5 por ciento. Y tampoco parece que en este escenario las cadenas regionales de menor tamaño, como Ahorramás, Covirán, Condis, Gadisa o Alimerka, puedan suponer ningún obstáculo al oligopolio de los dos grandes, con lo que a la industria agroalimentaria española sólo le queda por lo tanto un camino: intentar ganar tamaño para competir en igualdad de condiciones.
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