14 DE febrero DE 2025
Brooke Rollins fue confirmada por el Senado como nueva secretaría de Agricultura de Estados Unidos por una mayoría amplia de 72 votos a favor frente a 28 en contra, tras recibir también algunos por parte de senadores demócratas.
Rollins es una abogada del Estado de Texas de 53 años, que creció en una granja de Glen Rose y tiene 4 hijos. Fue responsable de política interna durante su el primer mandato de Donald Trump al frente de la Casa Blanca.
En su nuevo puesto tendrá bajo su responsabilidad a casi 100.000 empleados del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) y contará con un presupuesto de más de 200.000 millones de dólares.
Tendrá que lidiar, por ejemplo, con algunos problemas del campo norteamericano como la insuficiente mano de obra agrícola, más acuciante tras el endurecimiento de la política migratoria por parte del presidente Trump, así como también podría verse afectada por la política de incremento de tasas arancelarias decidida por el Gobierno en el caso de que termine incidiendo en el comercio exterior de materias primas y productos agrícolas.
Brooke Rollins será la segunda secretaria de Agricultura de Estados Unidos, después de Ann Veneman, que ocupó este cargo entre 2001 y 2005 durante el mandato del republicano George Bush jr., de los 33 secretarios que ha habido en este departamento desde 1889.
Recorte de gasto agrícola
Por otra parte, la Cámara de Representantes de Estados Unidos publicó en la última semana una resolución para recortar el gasto presupuestario en Agricultura en 230.000 millones de euros en diez años, centrado principalmente en los recursos destinados al Programa de Asistencia Nutricional Suplemenaria, denro del marco de la Ayuda Alimentaria, que proporciona alimentos a las familias norteamericanas más necesitadas.
A este recorte se ha opuesto la congresista demócrata Angie Craig, ya que perjudicará también a toda la cadena alimentaria, empenzando por los agricultores que producen alimentos, a los camioneros que los transporta, a la industria transformadoras y a las tiendas que venden estos comestibles.
En total, serían unos 42 millones de estadounidenses los que dependen de esta ayuda alimentaria. El gasto de este programa de ayuda generó casi 45.000 puestos de trabajo en industrias de apoyo de la producción, transporte y distribución.
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