La industria de alimentación y bebidas frente al contexto de incertidumbre económica

Redacción Qcom.es

Los acontecimientos de los últimos años han configurado un nuevo escenario económico mundial caracterizado por la incertidumbre. Tras haber hecho un gran esfuerzo en la recuperación de su actividad por la crisis del Covid-19, las empresas se enfrentan a un contexto tensionado a causa, entre otros factores, del conflicto bélico por la invasión de Ucrania.

La crisis energética global que ha elevado los costes energéticos de la producción industrial y del transporte de mercancías, además de las dificultades para la importación de ciertas materias primas utilizadas por nuestra industria, son algunas consecuencias que han repercutido en la actividad del sector durante 2022. Si a ello sumamos episodios como la sequía que actualmente asola nuestro país, vemos una situación de gran inestabilidad.

La industria de alimentación y bebidas ha afrontado su actividad bajo la presión del alza de los costes productivos y sus efectos en el consumo y en la disminución de las exportaciones por la inflación. Esto ha provocado que la producción real se redujera a un crecimiento de 1,5%, hasta los 144.000 millones de euros. Supone un freno en la trayectoria tan constante que mantenía la producción, cuando el ritmo de crecimiento de los últimos años (a excepción de ejercicios extraordinarios como los del Covid) era del 4,5%.

Como consecuencia, el tejido empresarial se ha resentido de la situación, aunque el número de compañías de la industria de alimentación y bebidas sigue permaneciendo por encima de las 30.000, con la pyme como la principal estructura del sector representando con un peso del 96% del tejido empresarial. Las pymes son las que más han acusado las complicaciones que ha supuesto producir bajo unos costes disparados y 150 compañías de menos de 50 asalariados han cesado su actividad, lo cual contrasta con el progreso de la dimensión de las medianas y grandes empresas.

Los alimentos y bebidas continúan siendo un sector fuerte, con un Valor Añadido Bruto cifrado en 2022 en 29.790 millones de euros. Este dato queda reflejado en el peso que representa dentro de la economía española, que es del 2,5%, y de la industria manufacturera, un 19,3%.

Somos un sector estratégico en clave de sostenibilidad económica y social. En términos de empleo, a pesar del aumento de los costes laborales, la cifra de afiliados a la Seguridad Social muestra un comportamiento favorable hasta alcanzar los 454.000 trabajadores, lo que supone un crecimiento del 3,2% que supera a los registros de la industria manufacturera.

El entorno de inseguridad también ha afectado a los mercados exteriores, aunque este sigue siendo un pilar fundamental para el desarrollo económico de la industria. Las exportaciones alimentarias crecieron en valor hasta un 9,0%, aunque en volumen el comportamiento fue inverso, retrocediendo un -7,2%, lo cual evidencia el fuerte impacto al que la inflación está sometiendo a la industria.

En esta línea, la balanza comercial sigue manteniendo su saldo positivo superior a los 10.000 millones de euros, aunque la situación ha provocado la interrupción de la tendencia de crecimiento que el sector mantenía desde 2008. Aun así, el mercado internacional continúa representando una de las ramas de actividad determinante de la contribución al crecimiento económico, tanto en España como en Europa. Nuestra industria española ha concentrado el 10,4% de las ventas europeas situándose como la cuarta economía exportadora.

En medio de este contexto de gran incertidumbre, la innovación se destaca como una herramienta muy necesaria, y prueba de ello es el incremento de las incorporaciones de empleo en innovación dentro del sector de alimentación y bebidas. Para evitar el abandono del pulso innovador que las empresas habían emprendido a causa del deterioro de la actividad económica, es urgente la resolución de las convocatorias del PERTE agroalimentario para permitir dotar a esas pequeñas y medianas empresas de los recursos necesarios para adoptar las inversiones en innovación y mejorar así su competitividad.

Es evidente el entorno tensionado en el que opera la industria de alimentación y bebidas, un escenario que ha continuado en 2023. Padecemos desde hace meses la situación inflacionista.  El aumento de los costes productivos está limitando el crecimiento del sector, y las empresas reducen sus márgenes para no trasladar al consumidor las subidas que están sufriendo.

Desde FIAB consideramos que la bajada del IVA a determinados productos era una medida para combatir la inflación que iba en la buena dirección, pero claramente insuficiente, ya que se han dejado fuera otros productos básicos de la cesta de la compra que hubieran tenido un impacto muy positivo en la contención de la inflación. Además, en enero han entrado en vigor medidas impositivas y regulatorias que suponen un incremento de costes como, por ejemplo, el Impuesto al plástico. Hemos pedido reiteradamente que se retrasara su implantación hasta 2024. Desde la Federación creemos que esas dos medidas -junto con otra que se ha llevado a cabo por parte del Gobierno que es la ayuda directa a las familias más necesitadas- podrían haber impactado bastante más en la contención de la inflación.

Insistimos en la importancia de contar con un ámbito regulatorio y fiscal que tenga en cuenta el difícil contexto en el que se encuentra el conjunto de la economía para proteger a un sector estratégico para España y que se agilicen las convocatorias del PERTE agroalimentario para permitir dotar a las pequeñas y medianas empresas de los recursos necesarios para realizar las inversiones necesarias en innovación y mejorar así su competitividad.