4 DE febrero DE 2025
Un reciente estudio realizado por la Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios (Hispacoop) analiza las percepciones, barreras y retos que enfrentan las personas consumidoras en España en relación con la alimentación sostenible. Este estudio revela importantes disparidades en el conocimiento, la accesibilidad económica y la confianza en los productos sostenibles.
Principales hallazgos:
Conocimiento limitado y superficial. Aunque el 85,5% de las personas entrevistadas afirma conocer el término "alimentos sostenibles", la mayoría asocia este concepto únicamente con aspectos ambientales, dejando de lado dimensiones sociales y económicas. Solo un 25% de las personas consumidoras encuestadas se siente bien informado al respecto.
Confianza y transparencia insuficientes. Una de cada tres personas confía en los datos de sostenibilidad en el etiquetado. Además, el 31,5% ha oído hablar del término "ecopostureo" o “greenwashing”, reflejando una percepción generalizada de estas prácticas engañosas en este ámbito.
Barreras económicas significativas. El 39% de los hogares encuentra dificultades para llegar a fin de mes, lo que convierte el precio en un obstáculo para adquirir productos sostenibles, especialmente para las personas jóvenes y con menores ingresos.
Retos identificados: El estudio destaca desigualdades económicas, diferencias generacionales y un sesgo de género en la toma de decisiones de compra. También subraya la falta de formación práctica, de un etiquetado estandarizado y de una regulación clara como barreras para fomentar un consumo de productos de alimentación sostenibles.
Propuestas de acción: HISPACOOP plantea un conjunto de medidas clave para impulsar los hábitos alimentarios más sostenibles, entre las que destacan:
-Educación y sensibilización. Integrar la sostenibilidad en los currículos escolares y fomentar la colaboración entre familias y escuelas.
-Regulación y transparencia. Implementar sistemas de etiquetado estandarizados y reforzar la regulación para evitar prácticas y mensajes engañosos.
-Incentivos económicos. Promover beneficios fiscales y descuentos en productos sostenibles, además de apoyar mercados locales y de proximidad.
-Recuperación de dietas tradicionales. Resaltar los beneficios de dietas como la mediterránea o atlántica, tanto para la salud como para el medio ambiente.
-Colaboración público-privada. Colaborar entre todos los actores de la cadena agroalimentaria para desarrollar políticas alimentarias sostenibles.
Conclusiones
Persistencia del sesgo de género en las decisiones de compra
Un análisis del comportamiento de compra señala que el 78% de las mujeres adultas asume un rol decisor en la adquisición de alimentos para el hogar, en comparación con solo un 52% de los hombres.
Esta diferencia es determinante porque hombres y mujeres muestran diferencias en los valores de compra: las mujeres al realizar su compra muestran una mayor sensibilidad que los hombres hacia principios de sostenibilidad, calidad u origen.
Conocimiento sobre los alimentos sostenibles
Familiaridad general con el término de alimentos sostenibles. El 85,5% de las personas consumidoras afirma haber escuchado o estar familiarizada con la expresión "alimentos sostenibles".
Sin embargo, este conocimiento es superficial y carece de una comprensión profunda sobre su alcance real. Se tiende a poner el foco de forma espontánea únicamente en la dimensión ambiental de la sostenibilidad y, en menor medida, con los sistemas de producción natural, ecológica o biológica.
Existe un reconocimiento limitado hacia otras dimensiones de la sostenibilidad, como la social o la económica, que forman parte integral del concepto, pero no son mencionadas con frecuencia.
Hay una alta familiaridad con el término de sostenibilidad, pero es baja la información sobre sostenibilidad. Solo un 25% de las personas consumidoras se sienten muy o bastante informadas en materia de productos alimentarios sostenibles.
Por el contrario, se aprecian importantes diferencias generacionales: las personas jóvenes destacan como el grupo que se siente menos informado sobre los alimentos sostenibles y los principios de sostenibilidad en general.
Siendo, además, el colectivo que menos importancia le da a este concepto al planificar su compra, y el que menor proporción de alimentos sostenibles incorpora en su cesta.
Existe una correlación directa entre la edad y la percepción de estar informado: a mayor edad, mayor es la sensación de contar con conocimiento sobre la información de sostenibilidad.
Concienciación sobre la sostenibilidad: una oportunidad en construcción
El concepto de sostenibilidad alimentaria tiene una presencia creciente en el discurso público y está asociado a valores positivos. El 86,3% de las personas entrevistadas entiende que el impacto del consumo de alimentos sostenibles es positivo o muy positivo a nivel ambiental, social y económico.
Sin embargo, solo un 35,6% de las personas consumidoras declara elegir alimentos sostenibles en una proporción significativa, y un 26,7% no tiene claro si los alimentos que consume son o no sostenibles.
Esto evidencia una clara necesidad de mejorar los sistemas de información y formación a las personas consumidoras.
Carencias de información y falta de confianza en la información proporcionada
El etiquetado de los productos es la principal referencia informativa para las personas encuestadas, aunque una de cada tres personas confía en la información sobre sostenibilidad que consta en el etiquetado o en el envase.
Únicamente el 45,9% de las personas consumidoras confía en las afirmaciones de sostenibilidad de las etiquetas, y un 74% considera muy importante incrementar la transparencia al informar sobre sostenibilidad de los alimentos.
Sólo el 31,5% de las personas han oído hablar de "greenwashing" o "ecopostureo", aunque existe la percepción generalizada de que se produce esta práctica.
Barrera de la accesibilidad económica
El precio es determinante en la decisión de compra, especialmente de las personas más jóvenes y de aquéllas cuya situación económica es más débil.
Un dato clave es que el 39% de los hogares entrevistados se enfrenta a algún grado de dificultad económica para llegar a fin de mes, siendo un 17,6% de aquéllos que reportan problemas graves.
En este contexto, los productos sostenibles son percibidos como más costosos en promedio, lo que refuerza la idea de que el precio es un obstáculo significativo para su adquisición.
Predisposición a introducir cambios
Un 59,2% de las personas cree que su conducta incide en el comportamiento de otras, por tanto, no evaden su responsabilidad en sus decisiones de compra. Existe una alta disposición de las personas consumidoras a introducir cambios en la cesta de la compra (más producto de temporada, menos envase, más compra local…), aunque solo existe una disposición a pagar algo más por un alimento sostenible si el diferencial de precio es pequeño.
De hecho, en la práctica, actúan. El 47,3% de las personas encuestadas ha dejado de comprar algún producto por dudas sobre sus afirmaciones de sostenibilidad.
Esta situación afecta a las marcas menos comprometidas, pero que se extiende también al resto por la falta de certezas que sienten parte de las personas consumidoras.
En conclusión, se produce una gran desconfianza sobre todas las marcas de forma generalizada. Información más confiable en la cadena de suministro Las personas consumidoras reclaman cambios a la cadena de suministro exigiendo información más confiable ante la persistencia de importantes dudas sobre la información que proporcionan las marcas en sus productos, etiquetas y envases; y, además, porque consideran que parte del sobreprecio de los alimentos sostenibles se achaca a los márgenes sucesivos en la cadena de valor, y no exclusivamente a mayores costes de producción de estos alimentos.
Demanda de políticas públicas más robustas
Únicamente un 6% de las personas consumidoras cree que la regulación actual en materia de información comercial sobre sostenibilidad es adecuada. Si bien, existe una demanda clara de regular el uso de estos conceptos para elevar la transparencia y la confianza en las marcas.
En este aspecto coinciden también las personas expertas, añadiendo que debe ser un factor de competitividad para las marcas y empresas. En definitiva, se insta a una regulación más estricta para garantizar una mayor transparencia y aumentar la confianza de las personas consumidoras en todo lo relacionado con la sostenibilidad alimentaria.
Hacia un sistema alimentario sostenible
El estudio «Percepción de la alimentación sostenible por parte de las personas consumidoras», que forma parte del proyecto subvencionado por el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, evidencia que, pese a los desafíos, existe una predisposición al cambio. El 59,2% de las personas encuestadas cree que su comportamiento puede influir en el de los demás y muestra disposición a adoptar hábitos más sostenibles, siempre que las barreras económicas y de confianza sean abordadas.
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