Los efectos de segunda ronda

Horacio Gonzalez Aleman. Director de Thoffood 

Los economistas hablan de efectos de segunda ronda básicamente para referirse a la inflación, aunque en términos mas generales podríamos decir que son aquellos que aparecen como resultado indirecto después de un evento económico.

Viene al caso este concepto porque todo el mundo habla de la guerra arancelaria desatada por Trump, pero poco he leído sobre los efectos que puede esconder esta bronca manera de imponer (supuestamente) los intereses de Estados Unidos en el mundo.

Personalmente es lo que mas me preocupa, y es lo que voy a intentar exponer en estas líneas.

En primer lugar, hay que decir que el impacto de las medidas adoptadas por Trump, al menos hasta ahora, no coge a nuestro país entre los mas afectados. Por una vez no estamos en primera línea.

En segundo lugar y dicho esto, tampoco es que sirva mucho consuelo, porque los problemas de fondo empiezan a emerger, y ahí nadie se libra. Recientemente ha salido el informe Global Trade Outlook de la OMC (abril 2025), que aporta datos reveladores:

-Los aranceles recíprocos podrían restar 0,6 puntos al crecimiento mundial,

-La incertidumbre un 0,8, y

-En el peor escenario, el comercio mundial podría decrecer un 1,5% en 2025.

En una línea similar se ha manifestado el World Economic Outlook del FMI, que en su informe de Abril 2025 revisa al alza la inflación y a la baja el crecimiento (especialmente en Asia, seguida de América del Sur y luego Reino Unido y la UE), un retraimiento de las inversiones y un mayor desequilibrio estructural a nivel global.   

Queda pues en evidencia que las predicciones económicas para los próximos tiempos no son nada halagüeñas, sino que más bien nos alejan de las macromagnitudes previas a la pandemia.

A medio plazo

Pero si indagamos un poco más – la auténtica segunda ronda – surgen algunas cuestiones del mayor interés a medio plazo.

La más importante es que no parece realista pensar que el comercio internacional se vaya a pacificar en los próximos años, y si la OMC sigue en la UVI,  de poca ayuda (por desgracia) podrá sernos.

Este hecho nos lleva directamente a señalar que las cadenas de valor se están recomponiendo/ recolocando en todo el mundo y que los efectos no tardarán en hacerse visibles.

Si se mantiene la ley del mas fuerte en el comercio internacional, la UE tiene que apretar el acelerador a fondo y reforzar su red de acuerdos de libre comercio: serán algo así como un oasis en el desierto, donde las reglas claras y los sistemas de solución de diferencias rebajarán la incertidumbre de la ecuación.

A la vista de estos acontecimientos, se impone con urgencia una visión más estratégica de nuestra economía agroalimentaria: si no tenemos claro qué producimos, qué necesidades de consumo tenemos, qué importamos y exportamos, …cualquier falla que tengamos en el balance puede convertirse en un problema – y eso que, salvo algunas materias primas para alimentación animal y materias grasas, Europa es excedentaria en todos los capítulos agroalimentarios.

Es interesante observar cómo, según un reciente informe de la Comisión Europea[1] , lo que mas preocupa a los sectores es la accesibilidad a los inputs de producción, o dicho de otro modo, la seguridad de seguir produciendo.

Otro tema que debiera llamar al análisis, y muy ligado con lo anterior, es el capitulo de oportunidades y riesgos del nuevo escenario. Si España ya estaba presente con el porcino en China, los aranceles impuestos por este país a USA quizás permitan reforzar esta posición.

Pero de la misma manera, los aranceles impuestos por USA a Vietnam, -que tenía en Norteamérica su primer mercado para el atún -, pueden suponer una mayor presión en el mercado europeo, que absorbería todo el producto sobrante, con el evidente riesgo de hundimiento de precios.

No es fácil el análisis. Las derivadas son muchas y los acontecimientos van muy rápido, por lo que mejor pensar a medio plazo que quedarnos solo en lo inmediato. Por la cuenta que nos trae.

[1] State of the Food security in the EU, Spring 2025