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El punto de encuentro de la cadena agroalimentaria
 

Periódico Digital Qcom.es: El punto de encuentro de la cadena agroalimentaria

24 DE septiembre DE 2024

La regeneración política, punto de partida de la política agraria

Las políticas sectoriales, la agraria entre ellas, arrastran el problema de fondo que supone el descrédito provocado por la incoherencia y falta de rigor predominante en la acción política.

Un problema agravado por la creciente falta de respeto al orden institucional y constitucional que demuestran tener quienes, desde las más altas responsabilidades políticas y gubernamentales, pretenden poner la ley al servicio de sus exclusivos intereses electorales, partidistas y personales. 

Descalificar a jueces y Tribunales invadiendo el ámbito jurisdiccional desde la política y desde el Gobierno, tal y como está ocurriendo en relación con Cataluña y con algún otro asunto, resulta tan intolerable como insoportable. 

La imperfección es un atributo que comparten todas las instituciones como obras humanas que son. También las vinculadas a los tres poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) y la propia separación entre ellos.

Respeto mutuo

Una imperfección que en ningún caso justifica que ninguno de los poderes pretenda prevalecer sobre los otros. Por el contrario, lo que resulta exigible es el respeto mutuo entre quienes ejercen los poderes, que es la condición necesaria para que los mecanismos de corrección y compensación operen con eficacia ante la imperfección.

El descrédito y el bochorno provocado por el prófugo Puigdemont el pasado 8 de agosto con el obsceno insulto al Estado y a sus instituciones que ha puesto en ridículo a España y a los españoles ante el resto del mundo, tan sólo es la consecuencia más inmediata de la falta de respeto a la ley, a sus instituciones y a la separación de poderes.

La falta de respeto y burla aludidas atentan contra los fundamentos del Estado de derecho sobre los que se asientan la convivencia, la libertad y la propia democracia. Pero también es un grave impedimento para el desarrollo de las políticas sectoriales y el funcionamiento eficaz de la Administración Pública encargada de gestionarlas sobre la base del marco normativo que las fundamenta.

Es por ello que el desarrollo eficaz de la política agraria, al igual que el de las demás políticas públicas, depende de una verdadera regeneración política que modere el desenfrenado deseo de alcanzar y/o mantener el poder a cualquier precio, incluido el de no poder gobernar o hacerlo de manera tan precaria como haga falta. Una regeneración de naturaleza, necesariamente ética y estética, que no parece estar en los propósitos, ni de unos, ni de otros.

Sin esa auténtica regeneración ética y estética de la práctica política, las políticas públicas enfrentan un futuro sombrío del que solo cabe esperar, en el mejor de los casos, el aumento de la ya elevada desafección política de la sociedad y, con ello, el agravamiento de los problemas ya existentes, que son los que configuran los retos específicos de la política agraria que me propongo analizar en artículos posteriores. 

 

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