Luca Rigotti. Viticultor y presidente del Grupo de Trabajo “Vino” del COPA-Cogeca
Es un tema que está recibiendo cada vez más atención: el sector vitivinícola europeo está pasando por un momento especialmente difícil. Como suele ocurrir en la agricultura, no hay una causa única, sino una combinación de factores.
El consumo general en Europa está disminuyendo, las preferencias de los consumidores están cambiando rápidamente y el cultivo de la vid se está volviendo más complicado debido al cambio climático.
Al mismo tiempo, las herramientas agronómicas de que disponen los viticultores suelen ser inadecuadas, sobre todo si se ven agravadas por las incertidumbres comerciales y reglamentarias.
A pesar de estos desafíos, el sector sigue siendo líder en exportaciones agrícolas, genera 130.000 millones de euros al año (0,8 % del PIB europeo) y emplea a 2,9 millones de personas, además de mantener la vitalidad de muchos territorios de renombre en toda la Unión Europea.
La situación del sector exige actuar a todos los niveles: local, nacional y europeo. En mi calidad de presidente del Grupo de Trabajo “Vino” del COPA-Cogeca, me gustaría centrar este artículo de opinión en las respuestas a nivel de la UE.
Para los viticultores, la respuesta europea depende en la actualidad del recientemente creado por parte de la Comisión del "Grupo de Alto Nivel sobre el Futuro del Sector Vitivinícola de la UE", cuya primera reunión se celebró el pasado 11 de septiembre.
Como respuesta de emergencia a la crisis que afecta a muchas regiones vitivinícolas, las discusiones se centraron en la posibilidad de arrancar viñedos. Creo que el arranque es una medida extrema, temporal, que puede ser útil en contextos locales específicos.
Sin embargo, la estabilidad y el crecimiento a largo plazo deben lograrse a través de mecanismos diseñados para gestionar los cambios del mercado que estamos experimentando actualmente.
En este contexto, estaría a favor de un mecanismo de arranque "temporal" de viñedo en vez de un arranque permanente. Sé muy bien que a nadie le gusta erradicar años de trabajo. Y disponer del tiempo necesario para recuperarse de un momento difícil tiene más sentido.
Una medida que beneficiaría enormemente a los viticultores es un ajuste del sistema de autorizaciones de replantación. La ampliación de la validez de las autorizaciones de replantación de viñedo, desde 3 a 8 años, permitiría un período de descanso más largo para el suelo (lo que mejoraría los beneficios ecológicos del viñedo) y daría a los viticultores el tiempo que necesitan para evaluar los cambios del mercado y replantar las variedades adecuadas en el momento más oportuno. Hay que tener en cuenta que estas autorizaciones ya están en la cartera del productor, y, por tanto, no afectarían al registro nacional.
Promoción e IGs
Manteniendo los resortes a largo plazo, hay un campo de acción que hasta ahora ha sido un verdadero "éxito europeo" y que, en mi opinión, debería mencionarse más a menudo: la promoción y la política de las Indicaciones Geográficas.
Hoy en día, contamos con más de 1.600 Denominaciones de origen de vino protegidas (DOPs) a nivel europeo. En el pasado, las políticas de promoción de la UE han desempeñado un papel crucial a la hora de ayudarnos a que nos establezcamos en nuevos mercados, y todavía queda mucho trabajo por hacer en este ámbito.
Por ejemplo, la cooperativa vitivinícola, que presido, exporta el 85% de la producción. El vino sirve de puerta de entrada para otros productos europeos en muchos mercados internacionales, y la UE debe seguir apoyando estos programas de promoción. Del mismo modo, ampliar las campañas reales de promoción hacia el mercado interno también podría apoyar el dinamismo del sector.
En cuanto a la adaptación y mitigación del cambio climático, el sector ya ha logrado avances significativos en la reducción del impacto a lo largo de los años. Sin embargo, necesitamos que la UE responda más rápido y simplifique la aplicación de los mecanismos de crisis (por ejemplo, la destilación y el almacenamiento privado) a nivel nacional, para responder mejor a situaciones difíciles.
Una mayor flexibilidad en la gestión del presupuesto sectorial nacional, en particular al permitir que los fondos no utilizados se transfieran al presupuesto del año siguiente, proporcionaría al sector una mayor estabilidad y seguridad en su planificación.
También debemos centrarnos en restablecer la competitividad del sector. Desde la publicación del Informe Draghi ha habido una creciente concienciación, especialmente en el sector industrial, pero la agricultura también tiene un considerable margen de mejora.
El vino es un sector innovador, pero para que prospere, necesitamos recuperar nuestros márgenes. El aumento de los tipos de interés y la inflación plantean retos fundamentales para los operadores, y abordar estos obstáculos será clave para encontrar nuevas oportunidades de mercado.
Bodegas cooperativas
Por último, nuestro sector puede contar con una red dinámica. Nuestras bodegas cooperativas son una herramienta valiosa para reforzar el papel de los productores en la cadena de valor, algo que no debería ser pasado por alto por los responsables políticos comunitarios.
Durante la campaña electoral europea, la agricultura fue el centro de muchos debates, pero el papel de la cooperación como herramienta clave estuvo a menudo ausente del diálogo. Esta brecha se ha observado desde entonces, y espero que se preste mayor atención a seguir desarrollando su potencial.
En el caso de las cooperativas, se propone tener en cuenta su volumen de negocio total en relación con el número de miembros (por ejemplo, en el caso de las medidas de inversión) a la hora de calcular la ayuda pública. En otras palabras, las cooperativas deben clasificarse como PYMES, ya que a menudo comprenden cientos, si no miles, de micro y pequeños productores. No tiene sentido penalizar a los pequeños productores por el modelo de negocio del que forman parte.
Estas son solo algunas de las propuestas concretas que yo, junto con mis colegas del Grupo de Trabajo “Vino” del COPA-Cogeca, tengo la intención de presentar a la Comisión Europea al comienzo de la nueva legislatura, y que ya hemos presentado en la primera reunión del “Grupo de Alto Nivel”.
Espero que, en medio de todas las discusiones en torno al vino en Bruselas, nuestras propuestas sean escuchadas, ya que la situación actual sobre el terreno exige urgentemente la adopción de medidas decisivas.
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