20 DE mayo DE 2024
No es la primera vez que lo avisamos, ni tampoco será la última, pero parece cada vez más seguro que la carestía de la cesta de la compra de los alimentos ha venido para quedarse mucho más tiempo de lo que algunos preveían.
Y esta resistencia a la baja se ha visto en los últimos datos del Índice de Precios de Consumo (IPC) tanto a nivel nacional, como comunitario. Es más, no habría que descartar que algunos alimentos y algunas bebidas continúen al alza, aunque de forma más atenuada que cuando empezaron las subidas hace poco más de dos años, impulsadas por las fuertes alzas de la energía y de otros insumos de producción por la guerra en Ucrania.
No es solo una impresión nuestra. Un reciente informe, elaborado por la consultora PricewaterhouseCoopers (PWC) para la Asociación Española de la Codificación Comercial (AECOC), que agrupa a empresas de los sectores de la distribución y de la industria de alimentaria, concluyó tajante que el precio de los alimentos se resistirá a bajar en los próximos meses. Y algo de eso se ha visto en el último IPC del pasado mes de abril en nuestro país y en la Unión Europea.
El informe destaca que, entre los factores que frenan un descenso más significativo y rápido del precio de la cesta de la compra, figuran variables impositivas, principalmente la posibilidad de que el Gobierno recupere el Impuesto del Valor Añadido (IVA) de los 16 alimentos básicos a los que se les rebajó en enero de 2023, a partir del próximo 1 de julio.
Recordemos que pasaron del 4% de IVA superreducido al 0% el pan común, así como la masa congelada y el pan común congelado destinados exclusivamente a la elaboración del pan común; las harinas panificables; las leches producidas por cualquier especie animal; quesos, huevos, frutas, verduras, hortalizas, legumbres y tubérculos y cereales naturales. Y del 10% de IVA reducido al 5%, los aceites de oliva y de semillas y las pastas alimenticias.
Además, en el RD-ley de enero que prorrogó la rebaja del IVA por otro medio año más, hasta finales de este primer semestre de 2024, el Gobierno acordó rebajar todavía más el IVA del aceite de oliva, el producto que más se ha encarecido en la cesta de la compra en el último año y medio por la escasez de la oferta, y de los aceites de semillas del 5%, ya rebajado, al 0%.
La aprobación de este recorte impositivo, sin embargo, sigue estancada en el Congreso de los Diputados, sin avance, ni debate. Incluso si PSOE y Sumar decidieran ahora reactivar y acelerar el proceso para su adaptación, ésta no se produciría antes del 30 de junio, que es precisamente la fecha prevista para extinguir el paquete de medidas anticrisis, en el que incluye la rebaja del IVA alimentario, salvo que antes el Gobierno decida una nueva prórroga.
Por tanto, parece casi imposible que, al final, se produzca esta rebaja o eliminación impositiva en un producto tan emblemático para el consumidor español, como el aceite de oliva. Algo que tampoco apoya el sector industrial y cooperativo oleícola, que hubiese tenido que afrontar mayores demoras y gastos propios ante la diferencia entre el IVA soportado y el repercutido en sus operaciones de liquidación de impuestos.
¿Nueva prórroga?
Por ahora, no sabemos qué decisión adoptará el Gobierno sobre el IVA rebajado o suprimido de los alimentos a partir del 30 de junio. Pero todo parece apuntar a que no se prorrogará, al interpretar el informe enviado por el Ejecutivo a Bruselas con la actualización de las previsiones económicas a finales de abril. No es de descartar que se decida que no todos los alimentos con reducción actual de IVA tengan que volver a su situación anterior, sino que la “normalización” impositiva sea progresiva, en función de la situación coyuntural y de la evolución del IPC de cada uno de ellos.
Parece claro que si el recorte no se prorroga, a partir de julio los alimentos que mantienen actualmente el IVA reducido o suprimido tenderán a encarecer su PVP de inmediato, al volver a su situación impositiva inicial, y que ello tendría en principio y como parece lógico en mayor o menor medida una repercusión en el IPC.
Tampoco es descartable que esta vuelta a la situación impositiva de partida pueda servir de excusa o argumento para justificar incrementos adicionales de los precios de consumo de algunos alimentos y bebidas, que vayan más allá de la “normalización” del IVA, siguiendo simplemente la corriente alcista, por lo que su efecto sobre la evolución al alza del IPC podría ser incluso mayor del previsto. Más si se tiene en cuenta que en su mayoría son alimentos básicos o de primera necesidad, cuya demanda de consumo es bastante inelástica y se va a mantener más o menos estable, aunque sus precios repunten.
El análisis del informe de PWC recalca que, entre enero de 2021 y febrero de 2024, los precios (PVP) de los alimentos en España aumentaron un 32,4%, situando a nuestro país en la 12ª posición entre los 27 países de la Unión Europea.
En el conjunto de la Unión, la media es muy similar, con incrementos del 32,5%, siendo Irlanda el país menos inflacionista (+19,5%) y Hungría el mayor, al subir un + 76,7% el precio de su cesta de la compra en estos tres últimos años.
En nuestro país, los precios de los alimentos y bebidas no alcohólicas se incrementaron en abril pasado a una tasa interanual del 4,7%, cinco décimas más que en marzo, con los aceites y grasas liderando la subida, con un 49,1% de aumento, junto a las frutas frescas (+17,1%) y la carne de ovino (+8,5%), frente a descensos anuales de legumbres y hortalizas frescas (-4,5%), leche (-1,6%), frutas en conserva y frutos secos (-0,8%).
En comparación mensual, esta carestía de los PVP fue de +0,7 puntos, con algunas carnes como protagonistas, como la de ovino (+1,2%), vacuno y porcino (+0,4%) y ave (+0,2%), además de las frutas frescas (+2,9%), legumbres y hortalizas frescas (+2,4%), aceites y grasas (+1,2%), patatas (+0,7%), bebidas alcohólicas (+0,5%), huevos y cereales y derivados, con un +0,3% respectivamente, etc. Solo bajaron en el pasado mes la leche (-0,7%), las frutas en conserva y frutos secos (-0,3%) y el pan (-0,1%).
Más subida del IPC
Los sectores de la distribución y de la industria de alimentación y bebidas han valorado esta rebaja del IVA alimentario y siguen apostando por que se persevere en este camino. Apoyan que no solo se mantenga hasta finales de 2024, dado que los riesgos continúan y el contexto geopolítico, climático y económico aún es incierto y complejo, sino que también insisten en que se incluya en la misma (como ha vuelto a pedirse recientemente en el Congreso de los Diputados a instancias del Partido Popular) a las carnes y pescados, algo que el Gobierno no consideró en su día y que ahora mismo parece ir políticamente a contracorriente.
Como apuntó el director de AECOC, José María Bonmatí, en el informe de PWC se indica que la no prórroga más allá del próximo 30 de junio de la rebaja del IVA de los alimentos básicos podría conllevar una subida del IPC alimentario en torno a 1,4 puntos porcentuales, elevando la tasa inflacionista hasta un 5% anual. Esta eliminación o retorno a la casilla de salida, mejor dicho, supondrá “un fuerte contrapeso” a la moderación de los precios alimentarios, según los analistas de la empresa de consultoría.
Bonmatí recalcó también que, a pesar de que tanto los riesgos geopolíticos como climáticos definen un escenario de trabajo complejo y de gran incertidumbre, las medidas adoptadas tanto por las empresas como por las Administraciones han hecho posible que en los últimos meses el incremento de precios se haya podido mantener a raya.
El director de esta Asociación, que une a fabricantes y distribuidores, se mostró a favor de seguir perseverando en estas medidas de reducción del IVA de los alimentos, porque “se ha demostrado efectiva, a pesar de no haberse aplicado a productos esenciales de la cesta de la compra, como carnes o pescados.”
El Ministerio de Hacienda calcula que la rebaja temporal del IVA de los alimentos ha supuesto una caída de la recaudación tributaria de 442 millones de euros, solo en el primer trimestre de 2024, y se estima que la inclusión de carnes y pescados hubiese, como poco, haber doblado la cuantía de esta merma recaudatoria.
¿Rebaja efectiva?
Existe otra corriente de opinión que, sin embargo, se pregunta por la efectividad de esta medida, que es apoyada por el Gobierno, por fabricantes de alimentos y distribuidores y no tanto o en algunos casos por el sector productor primario.
Está claro que la disminución recaudatoria del IVA alimentario por su cuantía global no es baladí en términos macroeconómicos, pero su efectividad en el bolsillo de cada consumidor es casi nula, porque apenas se ha notado. Bastantes de los alimentos a los que se les redujo en su día el IVA, tienen ahora, por unos u otros motivos, un PVP mucho más alto que antes de esa reducción y la bajada impositiva ha sido prácticamente compensada o, mejor dicho, anulada por el incremento de los PVP de otros alimentos que, sin ser tan básicos o serlo menos, han disparado mucho más sus precios.
Como ejemplo, el aceite de oliva que cuenta actualmente con un PVP más elevado que entonces, debido a que han entrado en juego otros factores de mercado (menor oferta, presión de la demanda) que afectan a los costes de producción, transformación o distribución, sin que sea posible descartar otros de tipo especulativo en este río revuelto de la cadena de valor alimentaria.
En declaraciones a medios, Víctor Fermosel, profesor de la EAE Business School, puso el énfasis en el cariz de “marketing” de la rebaja del IVA alimentario, decretada por el Gobierno, y su efecto “nimio” en el bolsillo de cualquier ciudadano, recalcando que se cumple una vez más con lo que parece ya una sentencia: que las subidas de precios tienen el “efecto cohete” y las bajadas el “efecto pluma”; es decir, que, una vez que se han producido esos fuertes incrementos de los PVP, las bajadas de precios, incluso cuando hay motivos suficientes para ello, tardan bastante más en producirse si es que se producen, e incluso se frenan a cierta nivel para no bajar más. Tiene que haber una importante debacle de la demanda o una auténtica eclosión de la oferta para que el PVP de un alimento vuelva a la situación de partida, anterior a la crisis por la que su precio comenzó a dispararse. Y eso es algo bastante difícil cuando estamos ante alimentos que son básicos y con escasas o viables alternativas de sustitución en la dieta diaria de los consumidores.
Por eso, recalca Fermosel, la tendencia de los PVP de los alimentos no parece precisamente que vaya a ser a la baja, aunque podrá estabilizarse. En otros términos, es posible que algunos productos por la coyuntura de la temporada bajen durante un tiempo, y luego vuelvan a subir, como sucede con los más volátiles, caso de las frutas y hortalizas frescas o cualquier otro alimento perecedero. En otros, en cambio, va a ser muy complicado ver apreciables descensos y, como mucho, tenderán a estabilizarse, con pequeñas subidas o bajadas en función de cómo evolucione la oferta y la demanda de mercado.
Estancamiento y factor climático
Es algo que se destaca en las conclusiones del informe de PWC para AECOC, donde se indica que en los próximos meses se espera que el IPC alimentario, en especial el de los alimentos elaborados, presente "un cierto estancamiento en su moderación", tras las subidas de los dos años anteriores. Es decir, en sentido metafórico, que no van a bajar del cielo al que subieron, sino que van a mantenerse allí, en unos niveles donde parecen estar muy a gusto.
Entre los factores o causas para alcanzar esta conclusión, señala el informe, se cita que en España, en los últimos meses, el precio de los alimentos en origen se ha moderado muy lentamente e incluso para algunas tipologías ha repuntado, una dinámica que mantiene presión sobre los PVP. Y añade que los precios de los alimentos en origen, “siguen considerablemente por encima de los niveles registrados en enero de 2021, con un aumento del 70% en productos agrícolas y del 54%, en los de origen animal".
Por último y no menos importante, sino al contrario, los analistas de PWC, inciden en el factor climático, recalcando que el incremento de las temperaturas tiene un impacto directo en el precio de los alimentos. Algo que no es ningún descubrimiento, pues es de sobra conocido el impacto que la adversa meteorología está teniendo desde hace años en las cosechas y en las producciones primarias, en una situación en la que España es especialmente vulnerable. Y esto es algo que no parece que vaya a cambiar, sino que podría, es de temer, incluso ir a más.
En suma, con todos estos condicionantes y salvo que se produzca otra crisis multifactorial a nivel mundial, como la vivida con el Covid-19 y el primer año de la guerra en Ucrania, que incida negativamente en la demanda de consumo, no se espera una vuelta a la situación de partida de los PVP de los alimentos. De forma temporal, algunos subirán aún más, otros podrían bajar, pero lo más probable es que se estabilicen en los altos niveles ya alcanzados sin que se vislumbre una posibilidad de retorno.
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