3 DE mayo DE 2023
Dr. Robert Savé Monserrat. Investigador emèrit de l’IRTA Viticultura & Canvi Climàtic
El primer informe respecto al cambio climático en el Mediterráneo, de 2020, en su apartado recursos (www.medecc.org/wp-content/uploads/2021/05/MedECC_MAR1_SPM_SPA.pdf) decía pública y contundentemente, no escatimando acciones de difusión, como no podía y puede ser de otro modo, ya que la función de la ciencia es mejorar la vida de las personas y la sociedad, y por tanto transferir, difundir, informar y formar a los ciudadanos, todas y todos , de los nuevos conocimientos:
Los recursos hídricos en el Mediterráneo son escasos, son limitados, se distribuyen de forma desigual y en algunas zonas no son accesibles, y a menudo no coinciden con las necesidades humanas y ambientales.
De 1980 a 2016, el consumo de energía primaria en la cuenca mediterránea aumentó de forma constante aproximadamente 1,7% al año, principalmente debido al cambio de las condiciones demográficas, socioeconómicas (estilo de vida y consumo) y climáticas.
Las condiciones climáticas más cálidas y secas, con episodios extremos más frecuentes e intensos, en combinación con una mayor salinización del suelo, la acidificación oceánica y la degradación de la tierra, el aumento del nivel del mar y la aparición de nuevos patógenos representan una amenaza para la mayoría de los elementos del sistema de producción alimentaria en la cuenca mediterránea.
Además, el agua, la energía y la alimentación, están descritos y valorados con un nivel de confianza estadística alta, lo que da credibilidad a que estos tres elementos sean claves para el desarrollo de los individuos y con ellos la sociedad en la que están, más allá del crecimiento socioeconómico actual.
Por eso, desde el nivel más elemental de organización social, el nexo agua/energía/alimentación es el punto clave para conseguir una sociedad más justa, igual y sana, por sí mismo, y porque todos los demás elementos materiales que la constituyen industria, turismo, vivienda, movilidad, comercio, economía y dependen, de igual modo que los intangibles como la educación, la cultura y la salud, son a su vez herramientas de cambio y objetivos hacia una sociedad resiliente al cambio climático.
No va de tecnología funcional, ni de empresas responsables, ni de políticas sectoriales, ni de coyunturas, puesto que por una parte se entiende que todos estos puntos, estas actuaciones se basan y hacen con el más estricto sentido comunitario. La aplicación del nexo pretende generar una sociedad feliz, justa, igual y con futuro.
Juntar los elementos agua y energía ya se hizo en el siglo XX en nuestro pais, por su valor estratégico, funcional y social, ahora el cambio climático, impulsa a incluir la alimentación, es primordial hacerlo, para evitar una sociedad fragmentada por la desigualdad, que siempre se muestra en la pobreza.
La solución pasa por seguir manteniendo el racionalismo más estricto, pero introduciendo en la misma, el humanismo más profundo.
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