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El punto de encuentro de la cadena agroalimentaria
 

Periódico Digital Qcom.es: El punto de encuentro de la cadena agroalimentaria

13 DE noviembre DE 2023

El vino mundial retrocede a 1961

Las previsiones sobre la producción mundial de vino (sin mosto-zumo de uva) de la actual campaña 2023/24 de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) no dejan lugar a dudas: se situará en una horquilla de entre 241,7 y 246,6 millones de hectolitros, con una cifra promedio de 244,1 millones, un 7% inferior con casi 18 millones menos al volumen de la campaña anterior (262 Mhl). Sería el volumen más bajo desde 1961 o de los últimos 60 años, que se dice pronto.

Estos datos, con ser irremediablemente malos debido a la sequía extrema, heladas tempranas y a las fuertes lluvias que afectaron a los principales países productores, salvo excepciones, tienen una doble lectura a la que se agarran los más optimistas, incluida la propia OIV, al apuntar que en este contexto, teniendo en cuenta la evolución a la baja la demanda de consumo en los últimos años y el incremento de los stocks, esta producción tan decepcionante puede venir bien para equilibrar de nuevo el mercado mundial de vino.

Es decir, ante circunstancias tan adversas quien no se consuela es porque no quiere. Desde 1957 a 2023, en solo tres años o campañas la producción mundial de vino fue más baja que en este año, siendo la que más en 1957, con poco más de 157 millones de hectolitros, seguido de las de 1956 y 1961 que estuvieron entre 210 y 220 millones, mientras que la de 2017 fue un poco más elevada (248 Mhl) que la que se prevé ese año, pero sin llegar a los 250 millones, que se lograron en 1991, 1963 y 1993, volúmenes de producción que se consideraron por la OIV históricamente bajos.

Según la OIV, y con relación a 2022/23, los países donde se prevén mayores descensos de volumen son Italia (-5,9 Mhl); España (-5 Mhl); Australia (-3,1 Mhl), Argentina (-2,6 Mhl) y Chile (-2,5 Mhl). Por el contrario, donde más aumentarían con respecto a la campaña anterior son Estados Unidos (+2,8 Mhl), Alemania (+0,9 Mhl), Portugal (+0,6 Mhl, Rumania (+0,6 Mhl) y Bulgaria (+0,1 Mhl).

La muy baja producción mundial de vino en 2023/24 es debido a la combinación de volúmenes de cosecha extremadamente bajos en los países productores del hemisferio sur, así como en algunos de los principales de la Unión Europea, sobretodo Italia y España, debido sobre todo a la plaga de mildiu en el país transalpino y la fuerte sequía y el calor extremo en el nuestro.

En cambio, Francia se situaría como principal país productor europeo y del mundo, con 45,8 millones de hectolitros, aunque las últimas estadísticas del Ministerio de Agricultura galo elevan esa previsión hasta casi 47,2 millones, con lo que superaría también en más de un 6% su media quinquenal de 44,3 millones de hectolitros.

Lo mismo parece que sucederá en Estados Unidos, donde la OIV indica que su volumen de producción de vino no solo será superior en un 12% al de 2022/23, con 25,2 Mhl, sino que también estará un 4% por encima de su media quinquenal.

En el hemisferio sur, donde la vendimia es en primavera, los volúmenes de producción de vino confirman que están bastante por debajo de las cifras de 2022, con Australia, Argentina, China, Sudáfrica y Brasil, muy afectados por las condiciones meteorológicas adversas, con disminuciones de entre el 10% y el 30%. La única excepción es Nueva Zelanda, el único país productor por debajo de la línea del Ecuador, que habrá logrado una producción superior a su media quinquenal, pero también unos 200.000 hl inferior a la de la campaña pasada.

Unión Europea

En la Unión Europea, la OIV espera que la producción de vino (sin mosto-zumo de uva) sea en 2023/23 de 150 millones de hectolitros, con una disminución del 7% y de 11,2 millones respecto a la anterior campaña y del 8% y 13,5 más baja que la media del lustro anterior. La producción comunitaria supondrá este año el 61% del total mundial de vino, en línea con la media de la última década.

Según la OIV, si las estimaciones en la UE se confirman será el nivel más bajo registrado desde principios de siglo, después de las más bajas producciones de 2017 (141 Mhl) y 2012 (148 Mhl). No obstante, el escenario productivo ha sido bastante heterogéneo según países, con diferentes condiciones meteorológicas registradas en las principales regiones vitivinícolas a lo largo del periodo vegetativo.

En algunos países, caso de Italia, una primavera lluviosa provocó un aumento de las enfermedades fúngicas (mildiu), mientras que las tormentas y el granizo, causaron inundaciones, daños y pérdidas en los viñedos.

Por el contrario, en otras regiones del Sur de la UE, las sequías severas causaron estrés hídrico a las vides, caso de España, con apenas pocos países (Portugal y Alemania) con unas buenas condiciones meteorológicas registradas, que se tradujeron en volúmenes de producción medios o superiores a la media.

Hemisferio Norte extra-UE

Fuera de la Unión Europea, pero en el hemisferio norte, Estados Unidos prevé un aumento de su cosecha en cerca de 3 millones (+2,8%), superando su media quinquenal en un 4% y en torno a un millón de hectolitros, gracias a unas temperaturas frescas y a las fuertes lluvias invernales en las regiones californianas de Napa y Sonoma, que aportaron la humedad necesaria a los viñedos después de varios años de sequía.

En el resto de los países, no hay datos aún de China, que ha venido reduciendo su producción en los últimos años, mientras que Rusia obtendría una producción similar a los 4,9 Mhl de 2022, un 9% por encima de su media quinquenal; Georgia y Moldavia obtendrían un 28% (1,5 Mhl) y 10% (1,3 Mhl) menos, respectivament5e y Suiza estaría en torno al millón de hectolitros.

Hemisferio Sur

En el hemisferio sur, las estimaciones de la OIV se ajustan más a la realidad, dado que la vendimia terminó en la primera mitad de ese año. Tras la cosecha récord de 2021 y una disminución relativa de los volúmenes en 2022, la estimación de 2023/24 para los países por debajo del paralelo 0 es de 45 millones de hectolitros, con una considerable disminución del 19% y de 10,7 millones sobre la campaña anterior, sino también del 18% y de 10 millones respecto a su media quinquenal, situándose en el nivel más bajo registrado desde 2003 y representando el 19% de la producción mundial de vino.

Todos los principales países productores de esta zona de producción primaveral vieron reducida su cosecha hasta niveles inferiores a los de los últimos cinco años anteriores, con la excepción de Nueva Zelanda, que, con 3,6 millones de hectolitros, vio aumentar un 14% y en 400.000 hl su producción con relación a esa media quinquenal.

El nivel tan bajo de volumen de vino en el hemisferio sur es atribuido por la OIV a condiciones meteorológicas extremas durante el periodo vegetativo de la vid en todas las principales regiones productoras.

Preocupa el consumo

En cualquier caso, aunque todas las estimaciones apuntan a una cosecha históricamente muy baja, las cifras se deben tomar con cautela, ante la elevada volatilidad en los volúmenes de producción de vino, observada en los últimos años tanto a nivel nacional como regional. Lo demuestra que la OIV no disponga de datos aún de China o que, por ejemplo, la producción prevista de vino en Francia esté, según las últimas estimaciones de su Ministerio de Agricultura, unos 1,4 millones por encima de los datos recogidos en el informe de la OIV.

Sea un poco más baja o más alta, la realidad que dejaron caer los responsables de este organismo multilateral en la presentación de los resultados es que, a la vez que las anomalías se convierten en algo normal, el consumo lleva tres años descendiendo por la sucesión de crisis que no contribuyen en nada a su mejoría.

Primero fue la crisis de Covid-19 en 2020, que alteró las cadenas de suministro y elevaron la inflación un año después, tras una breve recuperación económica en 2021, a lo que siguió la guerra en Ucrania a finales de febrero de 2022 y el consiguiente incremento de los costes de producción, elaboración y de logística comercial, pero también de los costes financieros, tras la fuerte subida de los tipos de interés en el último año para frenar la escalada de los precios.

En la evolución a la baja de la demanda de consumo de vino podría estar influyendo también en alguna forma las campañas sanitarias en contra del consumo de todo tipo de alcohol y la modificación de los hábitos de vida, así como la competencia con otras bebidas con alcohol más asequibles en precio, como la cerveza.

El temor que expresa la OIV es que la tendencia a la baja en el consumo de vino por la sucesión de todas estas crisis coyunturales, que inciden negativamente en la demanda, pueda convertirse en algo estructural en caso de que las condiciones desfavorables persistan en el tiempo.

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